XXV

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Tinnaphob recorrió el amplio supermercado buscando la sección para las frutas y verduras. Se preguntaba, si realmente debería llevar más de ellas o comprar otras cosas que, estaba seguro, Gun no había probado.

Podría probar llevarle helado, galletas, panqueques de chocolate, frituras...

No, Gun odiaba las cosas fritas, al menos eso suponía ya que, siempre que armaba la lista del supermercado, se daba cuenta de que el chico había tachado todo lo que se debía freír. Sabía que todo era por su embarazo y después volvería a la normalidad, pero no podía evitar sonreír ante lo melindroso que era.

Negó suavemente con la cabeza y siguió avanzando, mientras empujaba el carrito delante suyo.

Se quedó analizando las opciones y sus ojos cayeron sobre la bandeja de Kiwis. ¿Gun había probado un Kiwi antes? Si era sincero, Tinnaphob no lo había hecho.

¿Por qué? Siempre le parecieron algo extraños por fuera con el color café y los diminutos pelitos. Si, no es algo que él escogería de niño y ahora de adulto, simplemente no tenía tiempo de llegar directamente al supermercado y comprar frutas para su consumo propio.

Tomó dos bandejas y las colocó en su carrito. Siguió caminando y decidió que  trataría de comprarle algunas galletas y quizás, un litro de helado.

Últimamente Gun odiaba las malteadas de fresa y chocolate, pero amaba comer los ingredientes por separado. Algo demasiado raro, tomando en cuenta que hace sólo unas semanas, el vocalista adoraba esas bebidas frías.

Decidió que llevaría helado de limón, era diferente a cualquier sabor de malteadas que se le podía ocurrir, era un sabor seguro. Agregó el helado al carrito junto con unos pequeños pasteles con relleno, esperaba que le gustaran puesto que cada uno tenía un relleno sorpresa, al menos eso decía la caja.

¿Qué más necesitaba?

Decidió aferrarse a su lista y comprar lo primordial, huevos, pan sándwich, jalea de mora, pan tostado, leche, crema, mantequilla, cereal y la lista seguía, quería tener a la mano todo lo que Gun podría llegar a necesitar.

Era extraño. Comprar para alguien más. Nunca lo había hecho antes y tampoco había sentido ese instinto de protección, aquel deseo intenso de cuidar de una persona.

Llegó inconscientemente al pasillo de los artículos para bebé y no pudo evitar sonreír ante todo lo que un bebé necesitaba, había algunas cosas que eran innecesarias y otras que lo ayudarían a enfrentar al pequeño angelito en menos de cinco meses.

Debía estar completamente preparado para todo lo que cuidar de un bebé implicaba, las noches de insomnio, el cambio de pañal y por supuesto, alimentarlo.

Algo que notó, fue que varios productos llevaban la imagen de una madre sosteniendo a su pequeño cerca de su pecho en un tierno abrazo. Se veían tan cálidos y cercanos, como si compartieran una especie de vínculo y se preguntaba, como se sentiría.

¿Tendrían él y su pequeño la misma conexión? ¿Siquiera le caería bien a la criatura?

De cualquier manera, sabía que el vínculo más grande vendría de su mamá y en este caso, de su papá, pero Gun había dejado más que claro que no estaba en sus planes criar a un niño.

Por ende, estaba solo en este proceso. Una vez que el bebé nazca, sabe que el cantante saldrá de sus vidas para siempre y no sabe si está listo para dejarlo ir. No cuando sabe que él bebé lo necesita.

Yo lo necesito.

Suspiró impotente.

Ya no podía negar sus sentimientos hacia el menor, pues el chico era como una suave brisa, un rayo de sol que se había colado a su repugnante y aburrida vida cuando menos lo esperaba.

Mío, Tuyo, Nuestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora