No es que no hubiera pasado noches así, con los ojos bien abiertos y su mirada fija hacia el techo. No, el insomnio había sido su confidente la mayoría de las noches, pero no allí.
No, desde que vivía bajo el techo de Tinnaphob.
¿Por qué no podía dormir?
Tenía todo lo que siempre había deseado, una suave colcha sobre él, un techo sin goteras, tres comidas al día, un día tranquilo sin discutir con su madre y lo más importante, se sentía seguro.
No podía entender por qué sus pensamientos le impedían cerrar los ojos y disfrutar de una noche larga de buen descanso. Él y el bebé lo necesitaban.
Suspiró.
A pesar de tener la colcha cubriendo cada una de sus extremidades, se sentía frío, pero el ambiente no estaba helado, sólo era su mente tratando de jugar con sus necesidades. No necesitaba otra colcha y mucho menos, un par de brazos rodeándolo.
Mierda.
¿Por qué no puedo dejar de pensar en ese abrazo?
Habían pasado dos días y aún recordaba con claridad lo protegido que se había sentido. Como si el abrazo de aquel hombre lograse calmar no sólo sus nervios, sino los del pequeño dentro suyo.
¿Era posible que la criatura pudiese notar el tacto del mayor y reconocerlo?
No, eso era imposible ¿Verdad?
Cerró los ojos con fuerza y esperó a que un milagro ocurriese y que por arte de magia, Morfeo se apiadase y fuese él quien lo abrazara hasta dormirse.
Comenzó a frustrarse al notar que ya pasaban dos minutos de la media noche y él seguía dando vueltas sobre el colchón.
¿Por qué? ¿Por qué no podía alejar sus pensamientos del mayor?
Se sentó con sumo cuidado, tratando de no hacer ruido y que eso le recordara la locura que estaba a punto de hacer. Caminó con suaves pasos hasta estar frente a frente con la puerta del más alto.
Mordió su labio inferior con fuerza ¿Qué debía hacer? ¿Debía tocar?
Obviamente tienes que tocar, es su cuarto, idiota.
Levantó su mano, la que era pequeña comparada con la de su compañero de apartamento. Sus nudillos tocaron suavemente la puerta un total de tres veces, pero nadie respondió.
Repitió la acción y el silencio al otro lado de la puerta seguía igual.
Decidió respirar profundo y su mano se acercó nuevamente, pero esta vez, se posó alrededor del pomo y lo giró tratando de hacer el menor ruido posible.
Abrió la puerta lentamente, dejando ver el interior y, aunque todo estaba oscuro, logró divisar la figura durmiente sobre la cama.
Caminó despacio y se detuvo a dos pies de distancia para admirar al hombre frente a él. Se veía totalmente indefenso y en paz. Gun envidiaba ese sentimiento en estos momentos.
No pudo evitar echar un vistazo alrededor, era la primera vez que estaba dentro de aquel cuarto, al menos después de lo que sucedió hace ya cuatro meses. Ver las sábanas rojas le provocaron un escalofrío desde los pies hasta la cabeza.
Ver al más alto enredado en esas mismas sábanas no estaba ayudando en lo más mínimo. Agitó su cabeza para liberarse de todo pensamiento impuro y se acercó aún más al hombre, estiró su brazo y envés de golpear suavemente su hombro como lo había pensado, inconscientemente, sus dedos quitaron los mechones revueltos que cubrían sus ojos cerrados.
Se asustó cuando cayó en la cuenta de lo que estaba haciendo y rápidamente empujó el hombro del mayor. No una, sino tres veces.
-¿Tinnaphob? - llamó suavemente.
-Mm- le observó medio abrir los ojos -¿Gun?
El menor se mordió el labio inferior por segunda vez y sus grandes ojos lo observaron con nerviosismo, estaba sumamente avergonzado de estar bajo la confundida mirada del pelinegro.
-¿Qué haces aquí?
Se reincorporó para observar al cantante, pero, aunque ya se había sentado, aún debía ver hacia arriba para poder ver directamente hacia los ojos de Gun.
-Yo, no podía dormir.
-¿Alguna pesadilla?
El cantante asintió, mintiendo en el proceso. No le diría la verdad, que quería sentir sus brazos alrededor de él, su respiración cerca de su piel y mucho menos admitiría que deseaba escuchar a su corazón latir, resonando bajo su oído.
Nadie dijo nada más y ambos buscaban evadir la mirada del otro. Tinn fue el primero en ceder y levantó la manta del lado derecho de la cama.
Gun no tuvo que pensarlo dos veces y rodeó la cama para subirse en ella. Acomodó su cabeza sobre las almohadas y aspiró el natural aroma varonil que el cuerpo del mayor desprendía.
Delicioso. Me gusta. Nos gusta.
Carajo ¿En qué estaba pensando?
Tinn se volvió a acomodar a su lado, pero le dio la espalda. Básicamente, había quedado en la misma posición en la que le había encontrado minutos atrás.
¿Qué era eso en su pecho? ¿Decepción?
Suspiró, pero estar a treinta centímetros de aquella calidez era mejor que estar solo en su dormitorio tratando de contar ovejas imaginarias saltando una estúpida cerca.
Estaba decidido a disfrutar la cercanía y se cacheteó mentalmente cuando su mente lo regresó a la mañana que despertó envuelto en las mismas sábanas que lo cubrían actualmente.
Las sábanas color rojo que habían presenciado en primera fila un acto pasional y consensuado por ambas partes. Pasó de tenerle envidia a Tinnaphob a un pedazo de seda.
Estaba mal, muy mal.
No debería estar pensando en esas cosas, de por sí se estaba volviendo un poco difícil el sentir a su cuerpo reaccionar a cualquier movimiento que el mayor hiciera. El médico le advirtió del cambio en sus hormonas, algo que ya había notado, y él, con las mejillas coloradas, siguió escuchando todo lo que pasaría en los meses restantes de su embarazo.
Fuera de eso, en su revisión mensual habían logrado escuchar el latido del pequeño bebé y recuerda como se le erizó la piel ante tan bello sonido, su corazón se aceleró ante la música que rebotó en las paredes de todo el consultorio.
En su recuerdo, también estaba Tinnaphob, sonriendo suavemente ante el latir de aquel pequeño corazón y la imagen que aparecía en aquella máquina, de la cual, nunca recordaba el nombre.
Era tan pequeño, tan ... hermoso.
Además, escuchar al más alto murmurar un 'ya era hora', pues recién lo estaban escuchando por primera vez a los cuatro meses, en lugar de semanas atrás, fue divertido.
Después de lograr despejar su mente exitosamente de cualquier pensamiento lujurioso, se acomodó de espaldas al futuro doctor, en una posición que le permitiese dormir sin soñar que aplastaba al bebé, cerró los ojos y por fin pudo sentir que el sueño se apoderaba de sus sentidos.
Cedió por fin ante Morfeo.
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Mío, Tuyo, Nuestro.
FanfictionUna noche borrosa deja tras ella uno de los sucesos más extraordinarios en la vida de una mujer, pero ¿Qué sucede cuando el receptor de tan ansiado regalo, es un chico? ¿Es algo bueno o malo? Dependerá de la manera en que lo mires. No soy dueñ@ de l...