XXII

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Había caminado al lado de Tinnaphob miles de veces antes y rara vez se había detenido a verlo. Su perfil era tan definido y hermoso, delineando cada una de sus facciones a la perfección. Era un tipo guapo, de eso no había duda.

-Mira tú camino, te puedes tropezar.

Si tropiezo, sé que me atraparás.
Espera. No. Concéntrate Guntaphon.

Sacudió ligeramente la cabeza para poder dirigir su completa atención al camino, nunca había estado en esa parte de la ciudad. No era lujosa y tampoco era como su antiguo vecindario.

-¿A dónde vamos?

-Vamos a cenar.

-Eso ya lo sé Tinnaphob, me refiero a dónde exactamente.

El mayor sonrió suavemente, nuevamente, la sonrisa no llegó hasta sus ojos y, por más discreta que fuese, Gun podía notarla con claridad.

-Eres demasiado impaciente ¿Te lo han dicho?

-Por, suele decirlo a menudo.

-Tu pequeño amigo tiene toda la razón.

-No acepté venir contigo para que me insultes.

-¿Parece que te estoy insultando pequeño gato?

¿Pequeño qué?

-¿Cómo me llamaste?

-¿Pequeño gato? ¿No te gusta?

-No es eso, es sólo que... Bueno ¿Por qué?

-Porque pareces un gato, eres calmado y sumiso, pero cuando te enojas pareces un gato que está a punto de sacar las garras. Al menos, conmigo.

-Ah

No quiso seguir hablando del tema, no deseaba darle demasiada importancia al enredo de sus sentimientos esa noche. Únicamente quería disfrutar de una buena cena con Tinnaphob y quizás, llegar a conocerlo mejor.

Llegaron al frente del restaurante y Gun se maravilló de lo lindo que era, parecía un pequeño rincón del cielo con paredes y mesas de madera, además de varias series de luces alumbrando dentro.

Era tranquilo, privado y limpio, justo su tipo de restaurante.

Ingresaron y una linda señorita de cabello negro los guío hasta una de las mesas en un rincón del lugar, en donde estarían completamente alejados de los demás y de sus conversaciones. Era perfecto.

-Aquí está el menú, volveré en unos minutos para tomar su orden - ella les sonrió y dirigió su vista hacia Tinnaphob, dejándola allí por más de 5 segundos, luego se alejó.

-Debe pasarte muy a menudo - comentó tratando de sonar lo más relajado que podía.

-¿Qué cosa?

-Ser el centro de atención.

-Pasa a menudo, si, ¿Lo disfruto? Para nada.

-Vamos, ¿A qué chico no le gusta ser un pez codiciado dentro de una pecera enorme?

-No lo sé, pero a mí no. Me siento observado, molesto y atrapado cada vez que alguien me mira por mucho tiempo.

-Eres extraño.

-Me lo han dicho.

-No, me refiero a que, eres diferente y eso es algo bueno. A muchas personas, les gusta ser el centro de atención siempre y si soy honesto, hasta hace dos meses te creía así.

-Que esté rodeado de idiotas no significa que también sea uno.

-Ahora lo sé.

-¿Qué me dices de ti? Sé de antemano que también eres algo famoso en la universidad.

Mío, Tuyo, Nuestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora