XXVII

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¿Hey?

A veces, pensaba que era totalmente extraordinario que su promedio fuese tan alto, si cuando debía corresponder a un saludo, se topaba con un vocabulario pobre y carente de emociones.

¿Pero podían culparlo?

El menor estaba allí, frente a él y luciendo adorable como siempre, con un atuendo cómodo y mejor aún, sin ese hoodie color azul.

Ninguno se movió y el estudiante de medicina podía jurar que, el tiempo a su alrededor se detuvo, Gun lo miraba con añoranza y timidez, una mezcla que se fundía con sus mejillas teñidas de rosa.

-Yo... preparé la cena. Quizás ya esté un poco fría, pero podemos calentarla.

¿Qué respondía a eso? Por más que lo intentara, las palabras no salían por su boca.

-Si quieres, claro. Si no, puedo guardarlo y lo dejamos para otra ocasión.

-No - al fin, una monosílaba -Digo, tengo mucha hambre.

El vocalista le dedicó una enorme sonrisa, tan brillante como su mirada ¿En serio se había emocionado tanto por una respuesta positiva de su parte?

-Ok, entonces será mejor que te sientes, calentaré la comida.

-No - ¿No? ¿Sólo conoces esa palabra?

-¿No?

-Yo la calentaré. Tu sólo siéntate y espera.

-No te preocupes, yo lo hago.

-Gun- su voz severa pero dulce, obligó al menor a quedarse quieto en su lugar, como si sus pies se hubiesen pegado al piso y su mirada..., podía jurar que el cantante tenía estrellas en sus hermosos ojos castaños -Yo lo haré.

El chico asintió sin parpadear ni una sola vez y tomó asiento en su lugar habitual, observando desde lejos como Tinnaphob se movía en la cocina. El mayor podía sentir esa mirada penetrante detrás de su espalda, estuvo tentado a voltear y recibirla directamente, pero temía que algún plato se le resbalara de las manos.

Cuando tomó asiento nuevamente, su corazón seguía siendo un problema, temía que los vecinos escucharan la fiesta de tambores que se estaba llevando a cabo dentro de su pecho.

Peor aún, que Gun lo notara.

-Espero que te guste- murmuró el pequeño -Sé que te has privado de comer cosas fritas por mi culpa.

-No tenías que, ya me estoy acostumbrando a tu peculiar dieta de ensaladas y postres.

El comentario trajo una sonrisa al rostro de Gun, pero bajó la mirada, al parecer sus ojos encontraban más interesante la ensalada frente a él que mirar a los ojos del más alto.

¿Por qué? Pensó que ya habían pasado esa fase, sin embargo, un pequeño gesto logró atraer su atención, pues observó al chico respirar hondo y tragar con fuerza.

Oh.

No estaba evitando sus ojos, estaba evitando ver las alitas empanizadas que estaban en el medio de la mesa, olían bastante bien, pero también se podía percibir, en menor medida, el olor al aceite.

Entonces, Tinnaphob se levantó y tomó el plato en sus manos para llevarlo de regreso a la cocina, ganándose un ceño fruncido por parte del chico. Un gesto muy adorable.

-¿Qué estás haciendo?

-No podremos comer en paz si estás aguantando las ganas de vomitar.

-No debiste, lo cociné para ti ¿Qué vas a comer?

Mío, Tuyo, Nuestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora