XX

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Debió haberlo pensado mejor antes de aceptar la salida. Sus pies dolían un poco y estaba cansado. Desearía estar sentado frente al televisor viendo una película cómica, mientras escucha el lejano sonido de la presencia de Tinnaphob.

¿Cuándo se cansaría de tomar malas decisiones?

Ya era tarde y no había recibido ningún mensaje preguntando por su salud o por su estado de ánimo. Nada. Tinnaphob prácticamente lo bloqueó de su radar o algo parecido.

Quizás no quería interrumpirlo, o estaba ocupado haciendo lo que sea que debía hacer después de estudiar, pues al menos dos veces por semana, se quedaba 30 o 60 minutos después de clase y hasta el momento, no le había dicho el por qué.

No es que le interese claro, pero a veces le dolía el trasero por estar esperándolo tanto tiempo sentado en una banca. Era tedioso.

Dirigió su vista al cielo y las nubes grises estaban comenzando a acumularse sobre su cabeza. Iba a llover y Mark seguía en las sillas voladoras, no iba a mentir, era lindo verle sonreír y saludar desde arriba, pero tenía hambre y quería irse.

Se abrazó a sí mismo en busca de calor, el aire era cada vez más frío y le preocupaba que comenzara a llover, pues claramente no tenía ropa extra consigo.

-Me pregunto si sientes frío, espero que no, no tengo con qué cubrirte.

Llevó las rodillas hasta su barbilla, buscando hacer una barrera entre su vientre y el aire escurridizo. Tal vez parecía un niño de diez años haciendo berrinche, pero no le importaba en lo más mínimo.

Su estómago rugió y se lamentó en silencio. Todo lo que había a su alrededor era grasoso y sus antojos no querían nada de los puestos, sabía que sería inútil comer si a los segundos lo iba a vomitar.

-Deberían vender fruta.

Las fresas se habían convertido en unas de sus favoritas, siempre le insinuaba a Tinnaphob de una manera nada sutil cuando se había quedado sin la fruta. Era básicamente algo como:

"Ow, ya no hay fresas. Diablos, son nuestras preferidas, ojalá compren más pronto"

Lo decía cuando el mayor se encontraba cerca y le divertía ver de reojo como el estudiante se quedaba quieto en su lugar, poniéndole atención mientras fingía no hacerlo. Al día siguiente, encontraba un bowl lleno de fresas enormes y rojas dentro del refrigerador.

Sonrió inconscientemente ante el recuerdo, mientras acomodaba la mejilla sobre su rodilla.

Suspiró.

Realmente, no estaba obligado a quedarse hasta el final de la tarde ¿Verdad?

Pero no quería arruinar la cita, en serio le gustaba Mark y parecía ser el único chico que no era un idiota en la universidad. Le atraía físicamente y era un amor de persona, siempre siendo servicial con las personas que lo rodean.

Bueno, quizás Mark no era el único, Tinnaphob tampoco era un idiota y siempre se preocupaba por el bebé, lo que respondía a la interrogante de si el mayor sería un buen padre. Sería excelente y algo sobreprotector.

Podía imaginarlo volverse loco por el llanto de bebé y por la falta de sueño cuando se deba despertar a medianoche para alimentarlo. Era un pensamiento muy gratificante, sabiendo de antemano que el pequeño estaría a salvo con su papá.

Respiró impotente cuando su estómago rugió por milésima vez. Se puso de pie buscando lo menos grasoso que pudiese llenar su estómago y que le ayudase a aguantar otra hora. Odiaba saber que el bebé estaba aguantando hambre y él era la causa.

Mío, Tuyo, Nuestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora