11. D i s t a n c e

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Cuando Pete despertó al día siguiente se sintió cansado, no había hecho ninguna actividad física ni nada por el estilo, simplemente su cuerpo se sentía pesado y le dolía la cabeza de tanto pensar. Agarró su teléfono para ver la hora, las 10:37 a.m., en la pantalla había una notificación de mensaje, era Vegas.

"Estoy ansioso por verte, iré por ti a las 12:00 💌"

Sólo leyó el mensaje y dejó el móvil a un lado, había estado esperando este día porque tenía un presentimiento de que sería algo muy especial para ambos pero cuando lo vió ayer con su ex conversando y riendo todo se vino abajo de golpe.

—¡Paaaaam! —gritó sin ánimos desde su habitación y en cuestión de minutos su pequeña hermana estaba parada en la puerta aún vistiendo pijama y con el pelo revuelto.

—¿Qué ocurre?

—Si viene alguien a buscarme dile que estoy muy enfermo y que no puedo ni salir de la cama.

—¿Alguien? ¿Alguien como Vegas?

Pete sólo la observó, respondiendo con la mirada y la menor entendió.

—¿Pasó algo? —la adolescente se acercó y se sentó frente a él.

—Nada malo, es que en verdad me siento enfermo y si salgo no quiero empeorar —mintió.

—No te creo, pero haré lo que me pides sólo porque no quiero presionarte.

—Gracias —dijo con una adorable sonrisa.

Pam salió de la habitación dejando a Pete enrollado en las sábanas de nuevo. El chico cerró los ojos con la intención de volver a dormir pero las imágenes de la tarde anterior se reproducían en su mente constantemente.

Después de que Porsche regresara a la mesa con unos cafés y algún bocadillo que Pete ni siquiera probó, se quedaron observando con disimulo hacia la mesa del mayor. Al principio Pete creyó que estaba exagerando y que quizá si era una reunión de compañeros y que pronto llegarían más chicos, pasaron 30 minutos y no llegaba nadie más, pasó una hora, pasaron dos horas y ninguna otra persona se les unió.

No seas iluso.

Se había dicho así mismo.

Finalmente se cansó, se cansó de escuchar a Porsche maldecir a Vegas a cada minuto pero muy en el fondo le daba la razón, se merecía todos esos insultos.

Pete —dijo una voz lejana —¡Pete! —repitió pero ahora más alto y él despertó, se había quedado dormido de nuevo.

—¿Qué?

—Vegas acaba de venir.

Pete se sentó inmediatamente.

—¿Sí? ¿Le dijiste? ¿Qué te dijo?

—Bueno, su rostro mostró decepción pero estaba preocupado cuando le dije que ni siquiera te podías levantar, quería verte pero le dije que estabas dormido así que entendió, acaba de irse.

—Ah... Bueno, gracias.

—¿Vas a decirme qué ocurre? —insistió.

—Yo, sólo no quiero salir hoy.

Pam asintió y decidió dejarlo así, su hermano siempre le contaba sus preocupaciones pero si esta vez no quería hacerlo ella lo respetaría, algunas veces le pasó lo mismo, se quedó callada para no hacer más grande el asunto.

La mañana del domingo su excusa de estar enfermo se hizo realidad, la cabeza le dolía horrible, su nariz estaba tapada, los ojos le lloraban y su cuerpo estaba débil, no salió de la cama en todo el día más que para ir al baño. Su madre había querido llevarlo a un hospital pero él no la dejó, no era gran cosa, así que simplemente se quedó en casa descansando.

S t i l l [VegasPete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora