42. S u r p r i s e

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Vegas con la respiración agitada, sus ojos brillantes mirándolo directamente, vestido con ese traje corinto y su cabello semidespeinado hacía que Pete deseara correr hacia él y envolverlo en sus brazos, decirle que lo extrañó, que lo quería y que nunca dejó de hacerlo pero su cuerpo no se movía.

Por otro lado Vegas no sabía si la persona frente a él era real o una ilusión ya que no sería la primera vez que su imaginación lo hacía ver a Pete.

—¿En serio eres tú? ¿Realmente estás aquí?

—Hola —dijo con dificultad.

El mayor caminó hacia él con rapidez para observarlo mejor de cerca, sus mejillas estaban ruborizadas aunque menos rellenitas, su cabello estaba más corto y podía jurar que había crecido unos centímetros más.

—Pete...

El mencionado tragó saliva al escuchar su nombre salir de la apetecible boca del mayor, tenía tantas ganas de besarlo pero entonces reaccionó.

—¿Qué haces aquí? Se supone que estarías allí dentro —dijo señalando la puerta.

—¿A qué te refieres?

—Yo... yo quería darte una sorpresa —respondió con timidez.

—¿Qué?

—Quería sorprenderte.

—Créeme, estoy totalmente sorprendido.

Pete no respondió y bajó la mirada, había planeado acercarse a Vegas en un momento en el que estuviera distraído y entonces lo saludaría con naturalidad para ver su reacción pero no imaginó que se reencontrarían de esta manera.

—¿Puedo darte un abrazo? —preguntó Vegas con inseguridad.

Pete levantó la cabeza inmediatamente y asintió sin siquiera dudar, sin pensarlo más ambos se envolvieron entre sus brazos y se aferraron al cuerpo del contrario con fuerza dándose cuenta de que sus cuerpos aún encajaban tan bien, volvieron a respirar el aroma del otro y ambos se sintieron completos de nuevo.

Ninguno de los dos quería soltarse pero el sonido de la puerta abriéndose los interrumpió y se separaron unos centímetros para ver quién estaba saliendo del lugar.

—¿Qué demonios...? —preguntó Porsche al verlos, sobre todo al ver a Pete ahí frente a él y en los brazos de Vegas.

—Porsche —llamó el chico separándose del mayor para acercarse al moreno.

—¿Cómo es que...?

El pelinegro se lanzó sobre él y lo envolvió en un cálido abrazo que Porsche no dudó en corresponder pero aún se sentía tan confundido.

—¿Qué carajo está pasando? ¿Cómo es que estás aquí? ¿Cuándo volviste? —interrogó luego de separarse del abrazo y asegurarse de que no era un sueño.

—Mint me invitó.

—¿Qué? —preguntaron Vegas y Porsche al mismo tiempo.










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—¡Se supone que sería una sorpresa! Pete entraría por esa puerta y los sorprendería pero gracias a Vegas la sorpresa se arruinó —dijo Mint cruzando los brazos mientras estaba sentada en una mesa junto a sus amigos.

En cuanto entraron al salón buscaron a Mint de inmediato y la encontraron junto a los demás chicos quienes pegaron un grito al ver a Pete junto a ellos, el grupo tomó asiento en una de las mesas y comenzaron a interrogarla.

S t i l l [VegasPete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora