33. C e l e b r a t e

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A pesar de que Pete no le mencionó a Vegas sobre la charla que tuvo con Arm, el chico se dió cuenta del cambio repentino en su comportamiento ya que desde algunos días atrás Arm ya no era tan pegadizo a Pete como solía ser, incluso se había vuelto aún más callado pero a decir verdad eso no le importó a Vegas en absoluto.

Desde que Pete aclaró sus intenciones con Arm el ambiente se había vuelto un poco tenso entre ellos, ahora que sabía con certeza que el chico deseaba algo más que una amistad con él decidió establecer algunos límites. Anteriormente Arm acostumbraba llevarle un bocadillo todos los días a Pete pero después de su conversación el menor le pidió que no lo hiciera más al igual que ofrecerse llevarlo a su casa, ahora tenía a Vegas.

Conforme pasaron los días el ambiente se tornaba cada vez más tenso, los temas de conversación se extinguían y los silencios se volvían incómodos.

Hasta que finalmente Arm no lo soportó más.

—¿Podemos hablar? —dijo cuando iban saliendo del salón de clases.

—¿Ahora?

El contrario simplemente asintió y Pete aceptó. Caminaron hacia un gran árbol que estaba cerca para cubrirse de los intensos rayos del sol y el pelinegro lo dejó hablar.

—Quiero disculparme por mi comportamiento en la cafetería, te hice sentir incómodo y créeme que no era mi intención hacerlo. Acepto que no puedes corresponder mis sentimientos y estoy bien con eso, simplemente no quiero que nuestra amistad se arruine.

Pete lo observó durante unos segundos y finalmente sonrió.

—Está bien, tampoco quiero que las cosas sigan siendo extrañas entre nosotros.

—Gracias, Pete —respondió el contrario y se acercó a él para después envolverlo en un abrazo.

Pete se sorprendió ante dicha acción pero no sabía cómo alejarlo sin ser grosero por lo que simplemente dió unas cuantas palmaditas en la espalda de Arm y retrocedió un paso.

—Bueno, tengo que irme.

—Si, lo siento.

—¡Hasta mañana! —se despidió y caminó hacia la salida de la facultad.

Mientras iba caminando no dejaba de pensar que el hecho de que Arm le hubiera dado un abrazo en agradecimiento había sido extraño, aún no tenía el mismo nivel de confianza con él como el que tenía con Porsche para tener ese tipo de contacto.

En cuanto vió a Vegas parado a un lado de su auto los pensamientos acerca de su amigo se esfumaron.

—Estaba por ir a buscarte —dijo el mayor mientras su novio iba acercándose.

—Me atrasé un poco en la última clase.

Al llegar hasta donde estaba su novio lo primero que hizo fué besar sus labios con ternura.

—¿Cómo estás? —preguntó luego de separarse.

—Muy bien, aunque un poco estresado por los últimos proyectos.

—¿Quieres ir por un café?

—Por supuesto.

Se dieron un último beso y subieron al vehículo para después salir de las instalaciones de la universidad en dirección a un restaurante al que últimamente acostumbraban ir.

El lugar era muy tranquilo y cómodo además de tener una variedad de postres que Pete amaba comer. Habían descubierto el lugar en una ocasión en que estaban teniendo una cita y no podían decidirse en dónde comer hasta que Pete vió los pasteles tan apetecibles a través de la ventana y convenció a Vegas de entrar sin saber que se convertiría en su lugar favorito.

S t i l l [VegasPete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora