Capítulo 15 (+18)

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Una hora después, mientras la familia de Selene, subía al coche, el Alfa y Selene, se quedaron rezagados en la entrada de la mansión.

Kein tiró de ella bajo el pórtico, ocultos parcialmente por una columna. No la dejaría partir, sin probar su boca nuevamente. Apretó su cuerpo contra el de ella y susurró:

—Mañana —dijo Kein pellizcando sus labios, para luego volver a besarlos.

—¿Mañana? —Selene atrapó su dedo índice juguetonamente con los dientes.

Kein liberó su dedo y bajó la mano por su cuello, haciendo que la caricia acelerara de nuevo su corazón. Le apretó uno de los pechos al llegar a la suave tela roja de su vestido. Ella miró hacia el coche, sintiendo que debía marcharse, pero él se lo puso difícil.

—Selene —dijo atrapándola de nuevo—. Quiero que estés conmigo en la Fiesta de la Luna.

Ella contuvo la respiración.

—¿En qué sentido? —entrecerró los ojos.

Había pensado que estarían juntos antes de la ceremonia, pero no después. Ciertamente no después de escoger entre todas las presentes a una nueva compañera. Cerró los ojos cuando una punzada de dolor la atravesó.

—Ya sabes en qué sentido.

—Yo... —No podía presentarse sin más junto al Alfa, ¿qué dirían las otras familias? Él tenía que escoger compañera...—. No, no... —Selene entró en pánico—. No me lo estás pidiendo en serio.

Antes de que ella pensara en correr, como parecía ser su intención él la abrazó con más fuerza, haciendo que sintiera el latido de su corazón contra su propio pecho.

—No digo nada —dijo el Alfa—, solo que quiero que estemos juntos. Si no estás preparada, estaremos juntos en privado.

Bien, eso sí que podía aceptarlo. Seamos sinceras, Selene había pensado largo y tendido en cómo sería montárselo con el Alfa, con la luna llena en su máximo esplendor, corriendo desnudos por el bosque, comiéndose el uno al otro. Sabía que solo era una fantasía efímera. Una vez Kein eligiera compañera entre la aristocracia, no pensaba volver a estar con él. No sería justo para nadie.

Kein la tomó de la barbilla para que lo mirara.

—¿En qué piensas?

—En qué mañana elegirás a tu compañera. Solo te pido que estemos juntos antes de eso. No quiero estar presente cuando...

—No tomaré compañera —dijo tajante. Mirándola a los ojos para que supiera que estaba diciendo la verdad.

Ella vaciló.

—Pero es la tradición.

Él asintió.

—Lo es, pero no quiero hacer infeliz a una loba y descubrir que el destino tenía a otra esperándome. Los emparejamientos a veces pueden romperse, como en el caso de Emma. Pero hay otros...

—El vínculo —dijo Selene con miedo.

—Así es.

—No quiero emparejarme sabiendo que el vínculo puede actuar en cualquier momento y jodernos la vida.

Selene lo entendió. Cada vez, ese... tipo de magia, era menos frecuente. Por supuesto que había vinculados, pero él tenía razón, sería horrible si le pasara al Alfa.

—De... acuerdo —vaciló Selene—. Estaré contigo.

El Alfa saboreó el triunfo.

La besó con tanta fuerza que tuvo gusto a desesperación. La empujó contra la columna y Selene se enganchó en su cuello, dejándose devorar. Su lengua tenía un tacto exquisito, ¿cómo podría superar aquello? Kein era como una droga a la que no se podía renunciar fácilmente. La adicción era demasiado potente.

El deseo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora