Capítulo 4

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Podría haber reaccionado de otra manera, se dijo Kein. 

Seguramente si la hembra no fuera Selene Fountain, podría haberse calmado un poco. Darle una paliza al tipo, en su forma humana y mandarlo a casa. Pero la desfachatez de Mark Miller, había desintegrado su paciencia. ¿Qué pretendía acercándose de esa manera a su cuñada? ¿Acosarla? ¿Amenazarla para que se acostara con él?

Maldito bastardo.

El olor a sangre inundaba sus fosas nasales y le costó volver a su forma humana. Había sido muy generoso, debería haberle arrancado alguna de sus extremidades.

Pasaron varios minutos, hasta que  la quietud de la noche los acogió. Kein fue consciente de que Selene había salido del agua mientras él se ocupaba de Mark. Se había dirigido hacia sus pertenencias mientras su cuñado lloriqueaba, justo antes de dejarle marchar en su destartalada moto. Sin duda esperaba que se perdiera y no se le ocurriera aparecer a La Fiesta de la Luna, de lo contrario, tomaría cartas en el asunto. 

A escasos metros, junto a uno de los árboles, podía escuchar el roce de la tela del vestido de verano, acariciar la piel de Selene. 

Cerró los ojos. ¿Cómo no la había reconocido de inmediato? Tres jodidos años metiéndose en sus sueños y fantasías más húmedas, y ahora estaba desnuda al alcance de su mano. 

Apretó los puños. 

"Ni siquiera lo pienses, Kein", le dijo su conciencia. 

Respiró hondo y notó su aroma.

―Joder...

Selene debió escucharle, pues su voz flotó hasta él.

―¿Tú también piensas que estoy excitada por ti? ―Al parecer no estaba feliz de que dos machos hubieran interrumpido su baño nocturno.

Kein volvió la cabeza haca su dirección, después giró su cuerpo con lentitud, para acercarse a ella igual de despacio. Como el cazador que se acerca a su presa, dispuesto a no asustarla. 

Su pregunta dio vueltas en su cabeza. ¿Estaba excitado por él? 

¡Por supuesto que sí!

Sonrió satisfecho.

El ego del Alfa le hacía estar más que orgulloso por ese hecho.

―Sí.

Ella parpadeó. 

―¿Sí, qué? ―dijo parpadeando como si no pudiera creer lo que le había dicho.

―Sí, estás excitada por mi causa. 

―Bueno ―se encogió de hombros, como si no le complaciera nada esa respuesta. Luego se atrevió a alzar la mirada―. Los machos sois muy arrogantes.

―Yo puedo serlo.

Por supuesto, era el Alfa. De alguna manera a Selene le decepcionó esas palabras. Siempre había pensado que Kein Glattawer, era un lobo con demasiadas responsabilidades y muy pocos afectos. Desde que había muerto su padre, no había hecho más que trabajar. Selene lo sabía, porque su antiguo prometido se lo contaba. Como mano derecha del Alfa, Luck estaba al corriente de todo. 

Ojalá ella también hubiera estado al corriente de que se había enamorado de otra persona y pensaba abandonarla antes de la ceremonia de apareamiento.

Selene se agachó para recoger sus cosas y apretó el bolso y sus zapatos contra su pecho.

―Que tengas buenas noche.

Debería haber supuesto que no sería tan fácil.

La enorme figura del Alfa se inclinó sobre ella.

El deseo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora