Capítulo30

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Pasó una semana antes de que Selene diera el visto bueno para organizar una cena familiar, que al final se había ampliado a una cena con los miembros más respetables de la manada y su familia.

Selene estaba junto a Emma en el porche de entrada, esperando que su padre aparcara el coche en el camino de gravilla, justo entre la glorieta y la gran escalera.

La puerta del copiloto fue la primera en abrirse y su madre, Tabitha, subió los peldaños con la sorpresa reflejada en los ojos de los hombres de seguridad del Alfa.

—¡Mi hija se casa!

—Yupiii —susurró Selene al ver el entusiasmo de su madre. Emma se limitó a taparse la boca para no reír y ofender aún más a su hermana.

Tabitha alzó los brazos y cuando llegó al último escalón se tiró en brazos de Selene.

Por supuesto, su hija la amparó, echando una mirada de reojo a Emma que a duras penas podía contenerse.

—Está así desde anoche que llamaste por teléfono —dijo su padre, quien abrazó a Emma con afecto, para luego besar a Selene.

—Me lo imagino —respondió su hija que seguía sin poder deshacerse del abrazo de su madre.

—¡Dos semanas! Te casas en dos semanas... es tan poco tiempo para organizar una boda como Dios manda. Y más siendo la boda del Alfa.

—Porque es la boda del Alfa sobran manos para la preparación —la ayudó Emma. Selene se lo agradeció con un gesto de cabeza.

Logró deshacerse de su abrazo y la miró intentando tranquilizarla.

—Es que dos semanas...

En realidad, Selene y Emma habían logrado mantener el secreto una semana entera, hasta ese día que habían hecho un comunicado oficial y ahora tenían una cena de siete platos, para que las familias y los más allegados pudieran brindar por la inminente boda. Selene se imaginaba habérselo dicho cuando Kein se lo propuso... ¿guardar el secreto hasta hacerlo oficial? Eso hubiese sido imposible para Tabitha.

De pronto se colgó del brazo de su esposo y miró a sus dos hijas con orgullo. Selene iba de negro, sin duda intentando pasar desapercibida, y Emma con un hermoso vestido dorado, también asimétrico como el de su hermana.

—Las dos sois dos ángeles —dijo su padre.

De pronto Tabitha parpadeó.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no ha salido el Alfa a recibirnos? Quiero felicitar a mi futuro yerno.

Selene puso los ojos en blanco.

—Kein también tiene a su propia familia y a duras penas puede librarse de ellos y de los planes para la despedida de soltero.

—Oh, sí —dijo Tabitha abriendo la boca y los ojos por igual—. Emma hay que preparar la de tu hermana...

—No es neces...

—¡Claro que sí! —la cortó antes de que empezara a rechazar todas sus propuestas—. Tengo el teléfono del tuppersex que me dio la tía Maily —se giró hacia su marido—, ese que contrató en el funeral del tío Ben.

—No sé si quiero saberlo —dijo Selene escandalizada.

—Créeme —añadió su padre—, no quieres. Fue un funeral muy raro.

—Sois unos aguafiestas, pero te aseguró que tendrás la mejor fiesta de...

—Mamá —la cortó Selene. La tomó de la mano y le dio unos golpecitos—. Entremos ¿sí?

El deseo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora