No quería matarle, pero...
La sangre de Karl corría tan rápido por sus venas que apenas podía ver lo que hacía. La rabia ciega lo poseyó, y el cuerpo de Terry cayó al suelo, después de dos fuertes golpes en su abdomen.
Tendido boca abajo, el lobo intentó ponerse en pie. Escupió sangre, la misma que empapaba su pelo rubio por la brecha que tenía en la cabeza.
—Hermanito... —le miró sonriendo, pero con más tristeza que antes.
Un par de golpes más y Karl acabaría con él.
Su hermano iba a matarlo.
Karl había conseguido que la lucha entre unos y otros partidarios, transcurriera lejos de Emma. Los mercenarios atacaron sin tregua a los hombres de Domenico. Hubo bajas, pero cuando la situación estuvo más o menos controlada, Tabitha corrió hacia el bosque, dejando a Grace al cuidado de Emma.
—Cariño —le dijo a Emma—, no salgas del escudo.
Grace miró a Tabitha y asintió sin dudar.
—La protegeré con mi vida —dijo la prima del Alfa—. Ahora la amenaza principal es Domenico.
Tabitha se adentró en el bosque, padeciendo el calor de las llamas que lo consumían todo.
Karl se calmó lo suficiente como para que su apariencia de lobo mudara de nuevo a la humana.
—Traidores —escupió la palabra.
Habían acechado por todos los rincones, pensó Karl y aunque sospechaba que algunos miembros de la élite tramaban algo, jamás pensó que el veneno de la traición estuviera arraigado tan dentro de la manada. Su propio hermano...
—Terry... ¿qué haré contigo? —sus ojos encendidos acompañaron aquella voz cavernosa, apenas humana.
Las venas negras se hinchaban en su cuello, tiñendo parcialmente su rostro.
La risa ronca de Terry surcó el viciado aire, cargado de humo y hedor a sangre.
—¡Karl! Tú deberías ser nuestro Alfa, lo hago por ti.
Karl rugió.
—¿Cuándo te he pedido yo nada?
—No hace falta que lo pidas. ¡También lo hago por nosotros! El mundo está cambiando, necesitamos de tu poder ¡Nos estamos extinguiendo!
Los ojos de Karl se pusieron de un rojo iridiscente, de nuevo parecían dos carbones encendidos, su color bailaba e imitaba el color del fuego que se extendía por el bosque, arrasando con todo lo que había a su paso. Gritos y disparos, seguían escuchándose en los alrededores de la mansión, señal de que la batalla continuaba, pero mucho menos virulenta. Demasiados cadáveres ya.
—Sabes que tengo razón —Ahora, era el pequeño de los Glattawer quien estaba furioso—. El Alfa debió haber encontrado su compañera, debió haber esparcido su semilla. ¿Sabes cuantas lobitos he engendrado yo en solo cinco años? —Karl se tensó no se esperaba que su hermano fuera por ahí. El número de lobos en cada manada descendía drásticamente, generación, tras generación. Pero ¿qué demonios querían que hiciera?
—Veinticinco.
—¿Qué?
—Tengo veinticinco lobos, fruto de mi semilla. Corren libres por las montañas, esperando mi llamado. —Terry parecía orgulloso—. ¿No podría haber hecho lo mismo el Alfa? Dar ejemplo. Tendré un ejército a tu disposición, para cuando quisieras reclamar el trono. Para cuando tengamos que enfrentarnos a esos chupasangres.
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El deseo del lobo
Loup-garouSelene Fountain ha sufrido por amor, y no está dispuesta a volver a arriesgarse con otro macho, aunque este sea el Alfa de la manada. Kein Glattawer , su líder, deberá buscarse a otra hembra con quien copular en la Fiesta de la Luna, Selene le ha d...