Capítulo 25

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Una hora después de que el Alfa hubiera terminado de hablar con Jack Fountain, salió al exterior de la cabaña. Respiró hondo con los ojos cerrados y... el vínculo empezaba a ser poderoso, sabía exactamente donde estaba Selene y sus piernas se movieron sin prisa, pero sin pausa, hacia su objetivo.

Atravesó la carretera y después recorrió el sendero sinuoso entre los árboles, hasta que más allá de la arboleda, volvió a encontrarse la carretera, junto a la pendiente que daba al lago. Pudo ver el pequeño embarcadero y Selene se encontraba sobre la tarima de madera, sentada con las piernas colgando sin tocar el agua. Las mecía con la mirada perdida, pero cuando volteó la cabeza hacia él, se dio cuenta de que ya sabía que estaba allí, que había ido a buscarla.

—Buenas noches, mi reina.

Ella no pudo evitar sonreír por el apodo cariñoso, que a decir verdad no era un apodo, sino su nuevo cargo en la manada, por muy secreto que este fuera.

—Mi rey... —arrastró las palabras y sus labios siguieron curvados hacia arriba.

—Le he dicho a tu madre que no iríamos a cenar, y me ha preguntado si podríamos ir a comer el domingo.

Selene parpadeó.

—Sobreentiende que voy a vivir contigo.

—Se lo he dicho bastante claramente —Kein se sentó junto a ella y los dedos de sus pies si tocaron el agua.

Por un instante se quedaron en silencio. Selene aún estaba pensando en su hermano y Luck, en como se había sentido culpable sin que fuera necesario y en como se sentía traicionada. Cerró los ojos después de ver como la luna menguante se reflejaba en el agua.

—¿Qué te preocupa?

—Todo —habló antes de pensar y agachó aún más la cabeza con los ojos cerrados.

La mano cariñosa del Alfa se puso sobre su nuca y empezó a masajearla. No pasaron muchos segundos hasta que ella echó la cabeza hacia atrás ronroneando.

—¿Te gusta?

—¿Hay algo que me hagas que no me guste?

Eso le complació y se inclinó hacia ella para besarle el cuello.

—Espero que no, y que si lo hago me lo digas para enmendar el error que solo sería mio.

Ella rio aún con los ojos cerrados.

—¿Solo tuyo?

—Sí —la boca de Kein recorrió su garganta hasta rozar sus labios—, porque tú, eres perfecta.

Eso la hizo sonreír ampliamente, y cuando sus ojos se abrieron pudo ver el color dorado que sabía perfectamente que significaba.

—¿Un chapuzón?

Selene besó la boca de su macho.

—¿Para recordad viejos tiempos?

—No hace una semana, Selene, y para mía es como si hubiera pasado una eternidad.

Ella apartó la cabeza.

—¿Tan insoportable te parezco?

Como única respuesta Kein se echó a reír contra su boca. Rozó sus labios con los temblores de su risa y después la sujetó por la nuca para que no ase apartara. Devoró su boca entre risas y Selene le correspondió con creces.

—¿Nuestra relación se basará solo en sexo? —se apartó ella para tomar aire.

Kein negó con la cabeza sin perder la sonrisa.

El deseo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora