Capítulo 43

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Esa misma tarde, Selene se había enfrentado a Kein.

—No puedes irte, deberías quedarte aquí, protegida...

Por la expresión de Selene, lo que Kein le estaba diciendo no tenía sentido. 

—No creo que Karl sea una amenaza para mí, ni para Emma, pero lo es mucho menos que nos vayamos a casa de mi madre de visita. 

—Selene...

—Mañana es nuestra boda —le dijo como si tuviera que recordárselo—. Llevaré a Emma a ver a mamá, necesita distraerse. Hablaremos de los vestidos que vamos a llevar mañana, comeremos pastel y olvidaremos lo que ha pasado esta mañana. ¿De acuerdo?

—No estoy de acuerdo. —Ella resopló, pero recibió un sonoro choque en los labios—. Pero confio en ti, si crees que es lo mejor para Emma. 

Selene asintió, y estuvo contenta de que el Alfa se preocupara por el bienestar de su hermana. 

—Pasaremos tiempo juntas para hablar de los últimos detalles de la boda y fingiremos que somos gente normal. 

Kein pareció ablandarse, cerró los ojos y se acercó un paso más hacia ella. La tomó por los hombros y lentamente le acarició los brazos.

—Está bien —dijo tocando su frente con la de ella.

Selene se apoyó en su pecho.

—Ha sido una mañana horrible —dijo la reina.

—No lo sabes tú bien.

Se quedaron abrazados unos segundos hasta que Selene suspiró.

—¿Has hablado con Kein?

El gruñido bajo le indicó que algo andaba mal.

—Lo he intentado, pero ha desaparecido. 

—¿Se ha ido? —parpadeó confusa—. Emma me dijo que Karl fue a hablar contigo.

—Y lo hizo, solo para decirme que no iba a comentarme nada, que... déjalo. No es relevante.

Selene pensó que sí lo era, y Kein a su vez pensó que no ganaría nada preocupando a su reina. Karl estaba metido en algo gordo, puede que la muerte de Marc hubiera sido algo no planeado, pero desde luego su presencia en la mansión, respondía a unos planes en los que no sabía hasta que punto estaba involucrado su primo.

—Bueno, quizás  se haya marchado porque tuviera miedo a las represalias —Kein parpadeó ante las palabras de Selene—,  al fin y al cabo ha matado a un lobo de la manada, desterrado o no. 

Kein no pensaba que Karl pudiera temer a nada. 

—No habrá represalias contra Karl, no por la muerte de Marc.

Selene podía entenderlo. Al fin y al cabo, quien sabía lo peligroso que era Marc. Podría haberle hecho daño a Emma y, solo por eso, según Selene se merecía lo que le había pasado. ¿Cómo se atrevía a amenazar a su hermana en la casa del Alfa?

—Iré con Emma, quizás una salida a casa de mamá la calme.

—¿Tú crees? —tuvo ganas de bromear Kein, Tabitha era de todo menos calmada.

—Sí, creo que el loco humor de mi madre le irá bien.

Kein asintió y la besó en los labios. Un beso dulce y demasiado corto según ella.

—Mañana nos casaremos.

Selene asintió.

—Y no pensaré en nada malo hasta entonces. No quiero que nada lo estropee.

El deseo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora