Capítulo 41

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Karl era un hombre imponente cuando por todos los poros de su piel exudaba amenaza. Emma tragó saliva, inmóvil sobre el césped, esperando que no se desencadenara ninguna tragedia.

—Karl... —gimió Emma.

Apenas los separaban media docena de pasos, los tres equidistantes en posición de triangulo, pero ella sabía claramente que sus ojos y atención estaban puestos en Marc. Iba a despedazarlo.

—Por favor...

Marc miró a Emma. Al verla tan asustada tragó saliva.

—No... no se atreverá —susurró como si esperara confirmación de que no iba a morir.

—Será mejor que te vayas —le dijo ella y Marc tragó saliva.

Los ojos de Karl empezaron a arder, a llamear. Marc agachó la cabeza y retrocedió un par de pasos sintiendo como la sangre salía propulsada de su corazón des bocado.

Mierda. No era así como pensaba empezar el día.

Era mejor huir. Puede que Karl aún no fuera el Alfa, y que Marc fuera su aliado para conseguir el poder, pero desde luego, no creía que Karl le diera algunos segundos de ventaja antes de lanzarse a por él. Las palabras que escuchó a continuación se lo confirmaron.

—¿Has llamado puta a mi pareja, imbécil?

Se quedó clavado en el sitio, con la cabeza gacha y esperando piedad.

—Yo... —Marc retrocedió un paso más. De manera rápida, de manera... inútil—. Ya me voy.

El gruñido de Karl fue un aviso de lo que iba a ocurrir a continuación.

Karl ladeó la cabeza y sus garras empezaron a alargarse.

—Por favor —suplicó Emma. 

No quería que Karl se metiera en problemas por Marc, no valía la pena. Pero al ver su preocupación, él solo pensó que podía seguir sintiendo algo por ese imbécil.

—No vale la pena.

Emma sentía vergüenza por no haber podido defenderse, por dejar que las palabras de ese idiota aún la afectaran.

—Me voy —dijo Marc retrocediendo más rápido con las manos levantadas.

La sonrisa de Karl les dejó claro que era un depredador.

—Lárgate.

Marc asintió y soltó una risita nerviosa, quitándole importancia al asunto.

—De acuerdo... —tragó saliva y cometió el error de que su mirada se desviara hacia Emma—. No discutamos por una hembra. Al fin y al cabo me necesitas... 

Karl rugió entrecerrando los ojos. Su cabeza se movió en un ángulo extraño, como un chasquido. 

—¿De que estás hablando?

—No importa —volvió a sonreír nervioso—. Me voy —retrocedió otro paso—, al fin y al cabo hay muchas hembras donde elegir, no vale la pena pelearse por esta.

A Emma se le abrió la boca, ¿Cómo era posible que fuera tan idiota?

Karl gruñó de una manera feroz.

Mark se disponía a saltar, transformarse en su forma animal y huir lo más rápido posible al darse cuenta de su error, pero... no fue capaz. Al menos no antes de que Karl saltara sobre él.

Con una rapidez que no registraría el ojo humano superó la distancia que los separaba. Cuando se irguió frente al ex de Emma, sus manos ya eran garras afiladas y su piel se había teñido de un espeso vello negro, su prominente mandíbula estalló en un chasquido. Como humano, Karl intimidaba, como lobo... era aterrador, descomunal. Uno no podía llegar a entender porque no era el Alfa.

El deseo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora