Capítulo 6

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El Alfa aparcó cerca de las cabañas de verano. Tiró del freno de mano mientras sentía la mirada penetrante de Selene sobre él. Se quedaron en silencio por unos segundos. Cuando Kein la miró, con la misma intensidad que ya iba siendo habitual, Selene carraspeó y se revolvió incómoda en el asiento del copiloto.

―Ya hemos llegado ―dijo mirando la luz de la casa a unos cien metros―. No deberías haberte molestado.

La sonrisa orgullosa del Alfa hizo que ella entrecerrara los ojos. Sabía lo que demonios estaba pensando. 

Apenas puedes caminar después de todo lo que te ha hecho.

Carraspeó y abrió la puerta del todoterreno.

―En fin... buenas noches.

No reparó en la mirada de sorpresa del Alfa cuando saltó del vehículo y cerró la puerta de un sonoro golpe.

Empezó a andar hacia la casa.

No mires atrás, Selene. Pase lo que pase, no mires atrás. Porque debes olvidarte de lo que ha pasado en el lago y sobre todo... debes olvidarte del Alfa.

Como si fuera tan fácil olvidarse de semejante espécimen. 

Resopló y puso los ojos en blanco. En cada paso sentía el escozor entre sus piernas, el latir constante en su núcleo. Joder, había sido el mejor sexo de su vida. Sí, una frase que era un cliché, pero sin duda ella si podía usarla, porque... ¿Quién era mejor que el Alfa? Era el líder de su manada porque sus habilidades en el combate eran impecables, porque su cerebro en los negocios, privilegiado. Y por supuesto, tenía que estar a la altura en cuanto a reproducción se tratara. Menuda herramienta se gastaba para perpetuar la especie. 

Gruñó al recordar cuan a la altura había estado. La había tomado sobre la manta, dentro del agua, el la orilla y finalmente la había empotrado contra un árbol cuando ambos ya se habían vestido. No, sin duda nadie podría decir jamás que su líder no se manejara bien en cualquier campo.

―Contrólate, Selene ―susurró. 

Echó un vistazo sobre su hombro para asegurarse de que no la seguía. Quizás esa punzada en el pecho, era causada por cierta decepción. ¿Qué pensaba? ¿Qué un Alfa correría tras ella? "No eres tan importante, Selene". 

Subió los peldaños del porche, completamente distraída. Con su mente en ebullición, rememorando las posturas imposibles que había adoptado esa noche solo para asegurarse de cual era el mejor ángulo de penetración. 

―¿Estas son horas de llegar, pequeña zorra? ―se escuchó una voz femenina totalmente reprobatoria.

―¡Mamá!

Entonces su madre que estaba sentada en el porche de la casa, empezó a sacudir los hombros.

―Jijiji que cara has puesto, Selene.

Selene meneó la cabeza y suspiró, como si no soportara las bromas de su madre, aunque en verdad no era así.

―Mamá, en serio ¿Te parece normal llamar pequeña zorra a tu hija?

―No lo sé ―se burló Tabitha―, sabes que nunca he sido una madre convencional.

Selene se acercó, pero no demasiado, porque a pesar de que se había bañado en el lago y había usado hierbas indicadas para quitarse el olor del Alfa del cuerpo... estaba claro que habían hecho demasiadas porquerías como para que no se hubiera quedado impregnado en su piel.

―¿Te lo has pasado bien? 

Selene no contestó de inmediato, y se dio cuenta de que el silencio era ciertamente pesado. 

El deseo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora