Capítulo 36

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—Apenas faltan dos días para que te conviertas oficialmente en mi reina —dijo Kein—, o al menos para que la manada te vea como tal. Tú ya eres mi reina y lo sabes.

Selene lo miró intentando ocultar una sonrisa.

—Así es —lo besó, más satisfecha de lo que habría cabido esperar.

Esa noche volvían a cenar con los hombres de Kein, los más cercanos a él para allanar el camino para la boda, y poder hablar con ellos si veía a alguno que estuviera en desacuerdo en esa unión. Todo parecía trascurrir con normalidad.

La cena fue bien, hubo risas, champán. No acababa de gustarle como Grace miraba a Kein, y él la correspondía, como si tuvieran algo que contarse. Quizás eran imaginaciones suyas. Terry y Rania estaban más calmados de lo habitual, pero nada que hiciera sonar las alarmas. La mirada fija de Domenico la hacía inquietarse, pero cada vez que lo pillaba mirando, este volvía la cabeza con disimulo. Emma... su hermana era la que más le preocupaba. Estaba extraña y creía entender el por qué.

—Creo que Karl y mi hermana...

Kein por poco se atraganta y miró a la pareja sin disimular.

—¿Qué?

Selene le dio un codazo.

—No les mires así.

—¿Cómo quieres que les mire? Acabas de soltarme una noticia bomba.

—No te he soltado nada —rebatió Selene—. Solo he comentado que parece que estén algo... extraños.

—¿Y eso significa que estén liados?

—¿Qué más podía significar? —preguntó Selene.

—Que se lleven mal en el trabajo, que alguno haya metido la pata en algún documento importante... no lo sé. —Lo que no quería decir Kein es que dudaba mucho que Karl se interesara por nadie, y mucho menos por una mujer como Emma. Bella y... demasiado frágil para aguantarle el ritmo. Sabía de sus preferencias y la beldad rubia, no encajaba.

—No te preocupes por eso —le dijo a Selene.

—No me preocupo —solo lo comentaba.

Kein asintió, pero esa noche miró con más detenimiento a Karl, no quería que se liara con Emma y que le destrozara poco después el corazón.

La noche transcurrió a las mil maravillas. Después de terminar con el suculento menú, la gente se distribuyó en los diversos salones para tomar una copa.

Terry pareció animarse y Rania le rio las gracias. Todo el mundo parecía embelesado con sus anécdotas absurdas, que seguramente eran inventadas, aún así a Selene le divertía. El círculo íntimo se quedó en el salón azul, tomando una copa. Terry estaba cómodamente sentado en el sofá, apoyando los brazos en el respaldo, donde Rania tenía su trasero. Emma se mantuvo cerca de Selene, y el corrillo de amigos de Kein, no llegaban a la media docena.

Selene se rio del último chisme de Terry y buscó a Kein con la mirada. Estaba en el otro extremo del salón, comentándole algo a Grace, que permanecía en semblante serio. En un momento determinado ella asintió. Cuando el aguijonazo de los celos la atravesó, tuvo que recordarse que eran familia, y que era más que probable que se tratara de algunos detalles apra la ceremonia.

—Por un momento pensé que sacarías una daga y se la clavarías en el cráneo —le dijo Emma como quien comenta que va a llover.

Selene se echó a reír, y juntó la cabeza con la de su hermana, que estaba sentada a su lado.

—Me he dajado el armamento en casa de papá.

—Una lástima, en tu fiesta de despedía, quedó claro que más de una piensa apuñalarte.

El deseo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora