El estropicio causado por Karl se había limpiado rápidamente, Kein intuía que con sus poderes había sido capaz de ocultar lo sucedido, tanto a los lobos que limpiaron la sangre, como a cualquiera que sospechara algo de lo ocurrido. Por suerte Marc no tenía familia en el palacio, por lo que era poco probable que la gente preguntara por él, a no ser que estuviera allí por algo más que para buscar a Emma.
Kein dejó pasar el día, sumergiéndose en los preparativos de la boda, lo mismo que hacía Selene. A ella le hubiera gustado más cuidar de Emma, pero su hermana no se había dejado. Una vez se recuperó del desvanecimiento, tenía muy claro donde quería estar.
—Selene —dijo Emma al recuperar la conciencia.
Estaba en uno de los salones privados de la reina, en el piso superior, tumbada en una otomana, justo a un gran ventanal.
—Emma —su hermana se acercó preocupada hasta sentarse a su lado. Le puso las manos sobre los hombros para que no se levantara pero ella la ignoró.
—¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Karl?
Por la mirada de Selene, era evidente que ella pensaba que sería mejor que no lo viera.
Karl había mostrado su faceta más oscura y no creía que su hermana debiera ponerse en medio.
—Tengo que verle.
De nuevo la reina le puso las manos sobre los hombros e hizo presión. No logro que su hermana permaneciera echada y descansando, pero al menos sí, que no se levantara.
—Emma... lo que ha pasado.
Karl había matado a Marc, eso había pasado.
—Sí —la miró significativamente, ya sabía lo que quería preguntarle y le adelantó la respuesta.
Selene parpadeó sorprendida.
—¿Sí?
—Sí, nos hemos vinculado.
Ahora la que se levantó fue Selene. Sospechaba que algo ocurría entre ellos dos, quizás empezaran una relación, el deseo era evidente en sus ojos, pero... ¿el vínculo?
—¿Cómo es posible?
—Desde la primera vez que lo vi —cerró los ojos y agachó la cabeza—. No, eso es falso. Desde la primera vez que lo intuí. Esa visita a la biblioteca, él estaba en sus aposentos, yo... sentí como si unos hilos invisibles tiraran de mí —se miraron con intensidad, la una comprendiendo perfectamente a la otra—. No he podido resistirme. No he querido resistirme —se corrigió.
¿Podía culparla? No. Por supuesto que Selene sabía bien lo que era estar vinculada.
—Lo entiendo —dijo la reina cerrando los ojos.
Emma sintió un profundo alivio cuando se llevó la mano al corazón.
—De veras que es inevitable, no puedo... no quiero estar lejos de él. Me necesita.
—Debe estar en la biblioteca.
Probablemente en la ducha, quitándose de encima toda esa sangre que lo había salpicado.
Emma lo sintió por Marc, pero... entendía que ningún vinculado dejaría vivir a otro lobo después de insultar a su hembra y haber intentado hacerle daño.
Se pudo en pie.
—Debo ir.
Esta vez Selene no se interpuso. Asintió y dejó la cabeza gacha, pensando en que consecuencias podría tener todo aquello en la manada.
Cerró los ojos y apoyó su frente contra el cristal de la ventana. La hierba crecía verde y fresca junto al altar, como si allí no hubiera ocurrido nada.
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El deseo del lobo
WerewolfSelene Fountain ha sufrido por amor, y no está dispuesta a volver a arriesgarse con otro macho, aunque este sea el Alfa de la manada. Kein Glattawer , su líder, deberá buscarse a otra hembra con quien copular en la Fiesta de la Luna, Selene le ha d...