22. Chocolate amargo y canela

51 6 5
                                    

Jung Kook está en el estudio de Ji Soo, cada día su impaciencia por tatuar piel va a más y no ve el momento de ponerse a ello. Ahora mismo se encuentra perfeccionando el diseño del tatuaje que quiere Ji Soo mientras ella está con un cliente.

La verdad es que no termina de convencerle nada, no sabe si es que se está exigiendo demasiado o si es que algo está mal, no sabe qué es pero algo falla. Lo peor, es que cree llegar al punto de estarse encontrando mal, pero... ¿es por el dibujo? Qué está pasando...

No tarda en recibir respuesta porque el móvil en su bolsillo empieza a vibrar, es Ho Seok. Algo pasa, no sabe qué es, pero sabe que algo pasa. Sale al recibidor del estudio para contestar.

—Ho Seok, ¿qué sucede? —responde sin andarse con rodeos.

—Creo que no me encuentro bien, —oye decir como si tuviera los dientes apretados.

—Recojo y voy para allá, ¿te duele algo? —dice Jung Kook antes de volver a pasar a la sala.

—Jung Kook, no es dolor... es...

—¿¡El qué!? —espeta Jung Kook poniéndose de los nervios.

—Para que me entiendas, creía que me había sentado mal la comida, me iba a echar un rato en la cama y cuando he pasado al cuarto he golpeado la pared y-

—Ho Seok, ¿estás temblando? —pregunta Jung Kook con el pulso acelerado.

—Sí...

—¡A ver empezado por ahí! —exclama Jung Kook desesperado queriendo volarse la cabeza, mientras pasa a la sala—. Ji Soo noona tengo que irme, mañana vengo y recojo todo.

—¿Todo bien? —pregunta preocupada.

—Sí, no, no lo sé, mañana nos vemos, —dice cogiendo la mochila y saliendo del estudio—. Ho Seok ya voy, espérame en la cama, no te preocupes, estoy yendo.

Literal va corriendo con el móvil en la oreja, la casa de Ho Seok y Yoon Gi no es que pille especialmente cerca, de normal cuando va andando se tarda sus cuarenta minutos.

—Es-estoy llegando, —dice mientras aún va por la mitad del camino.

El sudor está haciendo que se termine de ir el efecto del inhibidor de olor que se tiene que echar en el hospital y ahora siente como va dejando un rastro de vainilla a su paso.

—Te espero... —se oye al otro lado con sonido lastimero, ¿qué le pasa?

—Ya llego, estate preparado para abrirme, ¿vale? —dice a pesar de estar a punto de echar un pulmón.

Corre tan rápido como puede los últimos metros y en cuanto llega al telefonillo timbra mientras tose intentando recuperar el aliento. La puerta se abre, cuelga la llamada y pasa para subir en el ascensor. Se apoya contra la pared y se masajea el pecho pues un dolor punzante casi no le deja respirar. Como se tenga que liar a hostias con Ho Seok lo lleva claro en este estado.

En cuanto llega al piso, ve la puerta entornada, no duda en pasar corriendo, cierra tras de sí, se saca las zapatillas y tira la mochila donde pilla. Va a la puerta de la habitación de Ho Seok y ve que está cerrada.

—¡Ho Seok abre! —grita mientras da varias palmadas en la puerta, desde cuándo se usan los pestillos en esta casa.

—Espera, —se oye al otro lado.

—¡De espera nada, abre o tiro la puerta abajo! —pero qué le pasa.

—Pre-preferiría que no lo hicieras, estoy sentado tras ella.

Jung Kook no sabe qué responder, sigue hablando como si tuviese los dientes apretados, ¿qué mierdas le pasa?

Ho Seok, desde que empezó a temblar, no ha hecho más que hacerse bola y sin darse cuenta se ha hecho sangre en los costados de clavarse sus propias uñas. El coste de no golpear nada ha sido ese. Pero no le preocupa tanto eso, sino el como pueda gestionar lo que se pueda venir. ¿Y si Jung Kook no puede contenerlo? ¿Y si le hace daño? Además, después de escucharle tras toda la carrera que se ha echado, tiene que estar agotado, no, tiene que dejarle un rato.

☘️TARDE DE OTOÑO☘️ -SOPEKOOK-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora