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"Él"
Especial.

Aurela.

Todo es tan blanco, la luz es tan blanca que me ciega por unos segundos, miró mi ropa y me sorprende llevar una bata de hospital azul cielo, es lo único que resalta, el piso suelta un humo blanco que al tacto está helado, no sé dónde estoy.

Camino sin rumbo, sin saber a dónde ir, el cuerpo lo siento tan liviano que pareciera que flotara. Todo es tan extraño, tan pulcro.

—Hija mía — oigo una voz, pero volteo para todos lados y no encuentro a nadie— Hija mía.

Sigo buscando pero nada.

—¿Hola?— hablo con temor.

Miro a lo lejos como una silueta camina hacia mi, su porte alto, sus ojos verdes aceituna, su cabello castaño con escasas canas, es él.

—¿Papá?— el labio me tiembla, estoy a punto de llorar — ¡Tomás!— corro hacia él, y chocó contra su dorso, lo abrazo sintiendo lo real que es.

Lloro en su pecho como una niña pequeña, mientras el me abraza, yo huelo su ropa, huela a madera, me gusta como huele la madera.

—Mi pequeña Tierra — me acaricia la cabeza y yo me separo para verlo mejor, está igual que la última vez— No sabes lo feliz que estoy de verte así de grande.

—¿Que es este lugar? ¿Morí?— pregunto asustada.

No quiero morir, no puedo morir.

—No, no has muerto.

Sus palabras me llenan de calma. Solo por segundos.

—¿Que hago aquí entonces? ¿Que haces tú aquí?

Me separo lo suficientemente para poder verlo completo, tiene un aire relajado y una pequeña sonrisa.

—Vine por tu cumpleaños, a desearte todo lo mejor—dice y mis ojos se llenan de lágrimas.

—¿Por qué ahora? He pasado cumpleaños sola y no viniste ¿Por qué?

—En esos tiempos no podía, tú no tenías un rumbo en tú vida, hiciste muchas cosas malas, Aurela, y no tuve por qué venir a verte.

—¡Lo...hice para... Sobrevivir!— balbuceo con las mejillas húmedas.

—Había más opciones, tenías muchas alternativas.

—No...

—Lo que pasa, hija mía, es que tú corazón a guardado mucho rencor y matar fue la única forma de frenarlo, aunque no estuviera bien.

Tomo una bocana de aire, miro en otra dirección, dando a entender que él tiene razón.

—L-lo...sie-ento tanto— mis hombros se sacuden— no quería, pero me cegué tanto que no busqué alternativas.

Sus manos acuna mi cara con gentileza.

—No pidas perdón— murmurra doblando sus rodillas para poner su cara a mi altura— lo importante aquí, es que estás arrepentida ¿Cierto?— asiento apretando los labios — ya deja de llorar, te amo mucho hija mía, estoy orgulloso de lo que eres y de lo que vas a hacer.

—Yo te amo más — me lanzo a sus brazos, esto se siente tan real, quiero que sea real.

Se aleja de mi, dándome la espalda, siento que está es la última vez que lo veré. Mientras se aleja un perro lo sigue, es Bull, suelto más lágrimas hasta que desaparece entre la neblina.

Elementos: Guardianes De El Mundo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora