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"¿Engaño?"

No podía creerlo aún, era ella, mi madre, la que me dió la vida. La ojeo sorprendiendome con su aspecto. Pongo mi mano en su muñeca y trato de curarla, mi energía se va, pero que importa es para ella.

El color vuelve a su a cara, le di más vida.

—Eres mi pequeño ángel— sus ojos se llenan de lágrimas, es tan hermosa, se parece mucho a mi pequeño Kevin.

—¿Como pasó todo? ¿Cual es el motivo de nunca decirlo?— cuestionaba Max desesperada— ¿Por qué nunca supe que tú hija era igual a mi?

—Porque Uly nunca la quiso, y no la iba a querer si no se pareciera a él— respondió.

¡No!

—¿Estás diciendo que...— hablo pero no alcanzo a terminar la oración.

Emilia asiente.

— Si, mi pequeña, Ulysses es tu verdadero padre — dijo.

Aquí es donde el mundo se me cae, él no, por favor, no él.

—Uno de sus guardias trató de tocarme, él nos vió y creyó otra cosa, entonces esos nueve meses me insultaba por serle infiel, me maltrataba horrible— cuenta con nostalgia— el día que el cielo se cayó, Uly y Max estaban de viaje a una isla, aproveché para escaparme con Dina, el meteorito aterrizó a unos metros y Dina me guío hasta ahí, te tuve cerca de un meteorito. Cuando te dejé ir, me encontraron y dispararon en una de mis piernas, me desmayé pero no morí. Ulysses al saber que tú estabas muerta me llevó lejos, me encerró en una habitación por años, estaba enfermando gracias a la radiación, aún lo estoy pero Eddie me mantiene con vida— miró sobre mi hombro y veo al antes nombrado recostado en el umbral con una de boca cerrada— Max se puso rebelde y como castigo, Uly nos llevó a esta ciudad a Sandro y a mi.

No quería que él fuera mi padre, lo odiaba tanto que no podría verlo de otra manera que no sea mi enemigo.

Unos pasos se escuchaban, apresurandose, como si lo hubieran llamado, Sandro estaba parado al lado de Eddie con la mandíbula tensa, era rubio con pelo crespo, sus ojos azules y las facciones iguales a las de Kevin.

Con el ceño fruncido nos ojea, su mirada cae en Max.

—Eres tú — masculla — nos has encontrado.

—No fui yo— admite el pelirrojo acercándose a el para estrecharle la mano— fue tu hermana.

Sandro enarcó las cejas para luego mirarme.

—Aurela— me sonríe quitando la tensión que se había formado en el ambiente— mamá siempre habla de ti.

No me quería apartar de mi madre, quería curarla completamente.
Sandro esperaba a que hiciera algo, pues... Hice lo que yo quería.

Miré a mamá, mi mano en su pecho, mirándola directamente a los ojos, el amor que me tiene se le notaba mucho, a pesar de no saber cómo yo era de verdad. La amaba, se había convertido en mi pilar más importante.

—Te vas a curar— le dije y toda mi mano a se puso verde, absorbiendo todo lo malo que ella padecía— pero te vas a ir conmigo, no te voy a dejar aquí, a ninguno de los dos.

Lo decía enserio. Era radiación del meteorito, en vez de debilidarme la adrenalina se me subió, mi respiración se aceleró, mi péndulo se calentó, tenía mucha energía, tanta así que podría correr de aquí a Cobra y de regreso.

Después de tanto tiempo, entendía lo que tanto me reprochaba, mi madre fue la que me ha guardado la radiación todo este tiempo, por eso no murió, su cuerpo ha sido la fuente de mi poder. Ella vive es por y para eso.

Elementos: Guardianes De El Mundo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora