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"Mi amor por ti"

Max

Estaba tan cabreado y cansado a la vez que podía pegarme un tiro, pero tan cobarde no era. No podía dormir, solo le daba vueltas al asunto de que iba a perder a mi chica de esta manera, ni idea de cuando mis sentimientos habían cambiado hacia ella, pasé de odiarla a amarla tanto.

Y eso me estaba jodiendo, la quería tanto que si ella moría una parte de mi lo haría con ella, quisiera ser yo, ocupar su puesto, para que sea ella la que viva sin mí y no yo sin ella.

Lo habíamos intentado todo, pero no se podía ir en contra la naturaleza, era frustrante saber lo que pasaría y no poder hacer nada.

Me levanté de la cama en silencio, tal vez un vaso de leche tibia me ayude a dormir, la lluvia hacia la noche más misteriosa y triste.

Llegué a la cocina como si fuera un zombie, claro que tenía sueño pero no, no podía dormir.

Abrí la nevera y saqué el cartón de leche listo para calentarlo un poco, pero dejé todo de lado al ver la silueta que estaba en el patio.

Ese cabello largo lo distinguiria a kilómetros. Si que estaba demente esa chica, esa lluvia debe de estar helada.
Abrí la puerta y me estremecí por el frío, Aurela se mantenía de espaldas, empapada por la lluvia y en grandes zancadas ya estaba atrás de ella, igual de empapado.

— ¿No puedes dormir?— habló, ella h
Ya sabía que era yo — yo tampoco, tengo días sin dormir, talves muera de sueño.

Se oía cansada, mi pobre Tierra.

— ¿Que estás haciendo aquí?

— Ya te dije; no puedo dormir— contestó girandose para que yo pudiera apreciar lo guapa que era.

—Dime la verdad — ordené dando un paso hacia ella, debía tener frío y yo podía calentarla.

— Quiero disfrutar la lluvia antes de que...— no terminó de decirlo ya que le advertí con la mirada a que no lo hiciera.

—Sigo molesto contigo — la tomé por el cuello con brusquedad, como ansiaba tenerla completamente — No te dejaré hacer nada, Aurela.

— No seas egoísta, Max.

— Si soy egoísta, porque tú eres mía y de nadie más, me resigno a que acabe todo de esta manera.

Ella había llorado, tenía sus ojos y labios hinchados.

— No sabes lo mucho que te amo, Max — se le quebró la voz, la atraje a mis brazos dándole el calor necesario. Era la primera vez que me decia te amo.

Busqué sus labios  para sumirnos en un profundo beso, la pegué a mi, sintiendo su respiración entrecortada, los latidos acelerados de su corazón, acaricié su cintura, queria tenerla.

Comencé a lamer su cuello a lo que ella soltó un suspiro que me hizo querer arrancarle la ropa.  Se separó de mi, me vió con los ojos más brillantes que nunca.

—Ven— me llevó hasta más atrás de el patio en donde había dos mesas con sombrillas gigantes.

—¿Que harás? — pregunté cuando desenrosco una sombrilla de su lugar, luego quitó la otra para posicionarlas en el suelo haciendo una X.

Las sombrillas ya acostadas, los tubos apuntando hacia la pared no dejaba que se viera del otro lado.

— No quiero que nos vean— dijo estirando su brazo hacia mi, lo tomé llendo hacia atrás de las grandes.

Elementos: Guardianes De El Mundo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora