VII.

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—Nada esta bien aquí —Junhui le lanzó los papeles a su secretaria—

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—Nada esta bien aquí —Junhui le lanzó los papeles a su secretaria—. ¡Todo lo hacen mal! -gritó colocándose de pie e inclinándose sobre su escritorio—. ¡Son una partida de ineptos!

—Se-señor... pensé que...

—¡No pienses! —vociferó—. Quizás ese es tu problema, que piensas —la muchacha bajó la mirada—. Hazme bien esos papeles, y los quiero aquí dentro de una hora. ¡Pero rápido!

—Co-como usted ordene, señor —la muchacha tomó los papeles y se marchó con ellos, casi temblando del susto.

Junhui solía ser un hombre muy diferente en la empresa. Muy poco coherente e incluso tomaba decisiones drásticas, llevando a la empresa a uno que otro riesgo sin comunicárselo a la junta directiva. Se ha llevado muchos disgustos, pero últimamente su animo ha estado por los suelos.

Y le echa toda la culpa a una sola persona.

Maldijo por lo bajo y se colocó de pie, sin necesidad de querer esperar un segundo más.

—Tengo que salir —le informó a su secretaria—. Cancela todas mi reuniones.

–Pero señor...

—Que las canceles te digo.

Se subió a su coche y lo puso en marcha. Iba a ir directamente a la empresa de su esposa, parqueó el coche a las fueras y entró sin antes siquiera saludar a las personas, o pedirle que se avisara su presencia. Sino que caminó directamente hacia la oficina de Jennie, y abrió la puerta de par en par. Pero la castaña siquiera se inmutó.

—Si no vengo mi esposa es incapaz de pasarse por mi empresa —masculló—. ¿Hasta cuando tendré que soportar tu maldita indiferencia?

—Hasta que —Jennie examinó unos papeles sin darle mucha importancia a la pregunta de Junhui—, te des cuenta que este matrimonio no puede seguir. Y que cada día estás peor.

—¡Cualquier hombre estaría así si su mujer no le da sexo! —vociferó por toda la oficina.

–Si te lo doy, lo que ocurre es que nunca te conformas, querido esposo —soltó con algo de sarcasmo—, y eso a mí ni me va ni me viene.

–Jennie...

—Si viniste hasta aquí para reclamarme, estás mal de la cabeza. Tengo reuniones muy importantes, y tengo cosas que hacer como para perder mi tiempo en ti, Junhui. Madura, ¿quieres?

—Yo te quiero a ti. Yo te amo a ti —dio la vuelta al escritorio y dejó un beso sobre la mejilla de Jennie, la cual hizo el mayor intento para no apartarse—, no lo entiendes, pero te necesito. Siempre te necesito.

—Aquí no —le pidió Jennie colocándose de pie y caminando lejos de él—. Mis empleados están afuera, en la casa... ya veremos.

Junhui se pasó la mano por el pelo lleno de frustración. Su intención era gritar a los cuantro vientos, pero se contuvo y mantuvo la calma en contra de su voluntad.

Heaven And Back. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora