XXXIV.

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Jennie soltó un quejido al moverse en aquella cama la cual para ella podía ser conocida, pero definitivamente, nunca había pasado toda su noche ahí

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Jennie soltó un quejido al moverse en aquella cama la cual para ella podía ser conocida, pero definitivamente, nunca había pasado toda su noche ahí. Fue abriendo los ojos despacio, con un dolor agudo de cabeza, y al mismo tiempo, sintiendo un cuerpo liviano debajo de ella. La luz del sol le daba directamente en la cara.

Lo cual le seguía confirmando que no estaba en su mansión. Se remojó los labios, y maldijo para sus adentros. Subió la vista, encontrándose con el rostro angelical de Lalisa, el cual tenía sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos y sus mejillas sonrosadas.

Jennie entrecerró la mirada, y se quejó bajito, para no despertarla. Sintiendo la desnudes de ambas partes debajo de las sábanas. Se había quedado dormida, y no se percató de que toda la noche la pasó con Lisa.

Se sentía plena y feliz, era la primera vez que no sentía ese cuerpo a su lado, el cual le incomodaba y le hizo más de una vez cambiarse de habitación en plena madrugada. Se sentía feliz, y se sentía con el corazón desbocado de dicha.

No quería que los segundos observando el rostro de Lisa, se terminaran. Porque la sensación de calidez y paz que le transmitió el verla dormir; era la primera vez que ocurría.

Subió un poco más, y dejó un beso sobre los labios de la tailandesa, delicado y silencioso, donde Lisa sólo gimió pero no abrió los ojos, más bien, los cerró con fuerza y abrazó a Jennie contra su cuerpo.

Robándole una sonrisa a la castaña, y al mismo tiempo, dejando ese brillo en sus ojos. Ella estaba feliz de que esa mañana no era tormentosa, ni tenía planes de serlo, no hasta que llegara a su casa, y su esposo empezara a preguntar donde había pasado la noche.

Cosa que Jennie sabía que iba a tener que enfrentar de cualquier manera. Pero por el momento, se dijo a sí misma que iba a disfrutar de los pocos minutos, o quizás horas, que tenía junto a Lisa. Por lo mismo, se inclinó para dejar el rastro de besos por todo su cuello.

Y de igual forma, la comisura de su labio. Enloqueciendo a la Tailandesa, a pesar de estar dormida, la cual tenía noción de quien era la persona que la estaba besando.

—¿Te sueles despertar tan temprano? —dijo Lisa, con aquel tono que enloquecía a Jennie, y que hasta ahora había podido notarlo mejor.

—A veces, y mas cuando tengo a todo un manjar debajo de mí... —Jennie fue bajando su mano hasta rozar el muslo de Lisa, y acariciarle, robándole otro gemido pero esta vez de placer—, no hagas ruido.

—Jennie —se mordió el labio con fuerza—. Está muy temprano.

—¿Eso importa? —dejó un beso delicado en los labios de Lisa—. Dicen que el sexo por la mañana es el mejor. ¿Nunca has escuchado?

Heaven And Back. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora