XXI.

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—No la soporto —increpó Junhui—

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—No la soporto —increpó Junhui—. No sé el porqué te empeñas en mantenerla aquí.

—No soy yo, es mi hermana —interceptó Jennie—. Y no la voy a cotradecir si le cae tan bien Lisa.

—Pero yo la detesto —reafirmó Junhui—. Y yo soy tu esposo, si sabes que nos causa problemas, ¿por qué la dejas?

—Ay, Por Dios, Junhui —Jennie se cruzó de brazos sentada en su silla blanca de cuero—. Nosotros ya traíamos problemas desde hace mucho. Y no sé que problemas te puede traer Lisa.

—Que no la tolero —replicó—. Es una imbécil. Que a pesar de ser una simple chofer, no deja de creerse el centro del universo. ¿No ves como me mira?, con superioridad.

—Junhui —inició Jennie—. ¿Te sientes inferior a ella?

—Jamás me sentiré inferior a un ser humano como ella.

—¿Cuál es tu preocupación?, si no te sientes inferior a ella, no importa el como te mire, eso no dice nada.

—No es sólo eso, sino que siempre la veo cerca de ti, no quiero verte con ella —bramó—. La odio.

—Junhui.

—Es una orden, Jennie.

—Tú a mí no me ordenas absolutamente nada —alegó la castaña, frunciendo el ceño con obvia molestia—. Tú no eres mi padre, ni mucho menos mi verdugo.

—Te juro que si no la despides soy capaz de matarla —repuso—. La mato, Jennie.

Jennie se colocó de pie, se reclinó de su escritorio y sin apartar la mirada de Junhui, con seriedad y frialdad al mismo tiempo. Su pecho se hinchó con las palabras que pronunció Junhui. Nunca lo escuchó hablar de esa manera, tan seguro y directo.

—Tu amor es malo —musitó Jennie—. Tanto que me enferma. Te prohibo que la lastimes.

—Ay, Jennie —Junhui soltó aquello con acidez—. No me retes. Ni mucho menos me prohibas cosas.

—¡No la tocas! —gritó Jennie, dando vuelta al escritorio—. Primero te acabo, Junhui.

—¿Por qué la defiendes tanto? —Junhui tomó del brazo a Jennie. La castaña formó una mueca de dolor—. ¿Qué tienes con esa idiota?

—Suéltame —y así lo hizo, pero de forma brusca—. Lo único que quieres es provocar una desgracia, ¿todo para qué?

—Porque la observó, Jennie —argumentó—. ¿Crees que soy tan ciego?, te mira con deseo, como si te conociera de tiempo atrás y al mismo tiempo te estuviera realmente conociendo. Me estresa cada que te mira, o siquiera respira cerca de ti.

—¡Es una mujer, Junhui! —Jennie abrió los brazos exasperada—. Pones las cosas en un vaso con agua, el cual se está a punto de rebosar, ¡no tengo nada con ella!

Heaven And Back. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora