XXII.

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Young-Hoon miró a los lados, observando la rareza que invadía a aquel lugar

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Young-Hoon miró a los lados, observando la rareza que invadía a aquel lugar. Uno el cual antes de pisa había investigado.

Su ceño se frunció levemente, y formó una línea con sus labios. Muchas personas que estaba presentes ahí lo miraban con interés, otras no le prestaban tanta atención.

Su curiosidad era más grande que sus miedos, por lo mismo, no lo dudó ni dos veces y se dirigió a la dirección que le informó la mujer con la cual habló. Sin la compañía de nadie, tocó a la puerta una o dos veces, siendo recibido por un niño pequeño.

Preguntó si buscaba a su mamá, Young-Hoon desconcertado asintió, y el niño lo dejó pasar.

Young-Hoon había investigado un poco acerca de ello, pero no lo suficiente, sentía que aun le faltaba información. El internet tampoco le fue de mucha ayuda, por eso recurrió a lo fisico.

Pasó a la casa, echándole un corto vistazo, sin prestarle atención a los detalles, y segundos después, se adentró a una habitación con velas. Abrió los ojos desmesuradamente y su pecho agitado le gritaba que saliera de ahí.

No obstante, contuvo las ganas de correr hacia fuera, y obviando lo escalofríos que le provocaba, supiró y guardó el miedo en su bolsillo.

—Tu debes ser el joven Young-Hoon —respondió una mujer de bata oscura, con una mirada penetrante y poco confiada—. Acércate, muchacho.

—Eh... no —se mantuvo en su lugar—. Estoy bien aquí.

Sin dejar de observar a su alrededor, Young-Hoon no se sentía lo suficientemente confiado.

En cambio la mujer le regaló una sonrisa lobuna, a sabiendas de que el chico estaba vibrando con miedo. Y de que eso de alguna u otra forma le convenía, para así poder adentrarse a sus pensamientos. Para saber exactamente lo que quería.

La mujer inclinó la cabeza hacia un lado, y aspiró el olor del miedo.

—¿De qué tienes miedo? —la mujer meticulosamente empezó a estudiarlo—. ¿De que te lea la mente?

—No tengo miedo.

—Si vienes con mentiras, no podré ayudarte como quieres —recriminó—. Me tienes que confesar toda la verdad. Siéntate —le pidió con un tono afable—. No estoy aquí para hacerte daño.

—Yo sólo necesito saber si mi hermana regresó —dijo Young-Hoon—. Sólo eso.

—¿Crees tú que los muertos regresan? —enarcó una ceja curiosa.

—¿Lo hacen?

—Joven, una pregunta no se responde con otra pregunta, es de mala eduación. Y quizás estás mas desinformado de lo que parece. Siéntate, te explicaré las cosas.

Heaven And Back. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora