XXXIII.

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—Te lo dije —chasqueó Rosé—

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—Te lo dije —chasqueó Rosé—. Te dije que había gato encerrado, y que nada de eso era normal. Pero no me hiciste caso.

—Ya da igual, no creo encontrarme con ella, creo que Ryujin la alejará —supuso Lisa—. Sólo espero que cumpla.

—No hay que confiarse —habló Young-Hoon—. Sigo diciendo que lo mejor será investigar más a fondo, yo puedo llevar a Yeji a su pueblo.

—¿Y tú cree que siendo terca querrá irse?, siguió a Lisa hasta aquí —replicó Rosé—. A esa mujer no la mueve ni una tempestad, si Lalisa no se va con ella.

—No importa, Jisoo me ayudó. Jisoo cree que sería bueno dejar el tema hasta nuevo aviso, le estará pidiendo información a Ryujin, por el momento lo que más les preocupa es el tema de la fiesta —declaró.

—¿Irás? —inquirió Young-Hoon—. Estaremos todos, te puedo invitar.

—No, no hace falta. Iré con los Kim, soy su chofer, ese día estaré trabajando. Estoy cansada, sólo quiero...

Pero poco le duró aquellas palabras, porque su celular sonó en un mensaje, y frunció el ceño alejándose de Rosé y Young-Hoon, para poder leerlo con cuidado y privacidad. Tomando en cuenta que el mensaje era de Jennie.

Apretó la mandíbula, y leyó con detenimiento.

Jennie: {Necesito verte, por favor. Te espero en el loft}.

—¿Pasa algo, Lisa? —preguntó Rosé.

—No. Tengo que salir, me iré a duchar.

—¿Tiene que ver con Jennie Kim? —quiso saber, antes de que Lisa subiera las escalera—. Claro, es de ella.

—Rosé, no te metas en esto, yo no me meto en lo tuyo con Jisoo.

—Con Jisoo...

—Te viste con ella, y no llegaste sino hasta las cuatro de la madrugada —soltó Lisa con ironía—. Eres la menos indicada para juzgar.

—Por lo menos ella no está casada —replicó.

Lisa sonrió de costado, y subió sin responder a las palabras de Rosé. Por otro lado, Young-Hoon miró a Rosé con algo de socarronería. Dispuesto a preguntarle como pasó esa noche, pero quiso desviar el tema.

—¿Crees que dure mucho todo esto? —se dirigió hacia el Whisky—. Porque por donde vamos, nada puede salir bien.

—Puede que sí, como puede que no —Rosé sopló—. Sólo espero que a tu hermana no se le ocurra la maravillosa idea de enamorarse tanto de Jennie Kim, que esté dispuesta a abandonar todo por ella.

****

Las manos de Jennie empujaron a la pelinegra, hasta que aquella se encontró sentada en la cama, y se pudo colocar a horcajadas. Las manos de Lisa viajaron hasta el trasero de la más baja, y lo tomó con tanta fuerza que para Jennie fue inevitable no soltar un gemido de satisfacción.

Heaven And Back. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora