Ser una mujer plena y feliz, no tener problemas ni mucho menos inconvenientes. Eso era Pranpriya en su vejez. Una mujer que soñaba con encontrar el amor, aunque su edad no se lo permitía. Un día frente a su visión llegó una mujer, pero jamás pudo ha...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Lisa entró a la cocina para tomar un vaso con agua, después de todo, había sido un día bastante agitado para ella. Teniendo que llevar más que nada a Jisoo a diferentes lugares. Su mirada se centró en una esquina, esperando terminar su vaso con agua, y sin la espera de ver a Junhui cruzar la puerta de la cocina con aquellos aires de prepotencia.
—Lograste quedar —habló el hombre, interrumpiendo la paz de Lisa.
—Sí, señor —respondió con cortesía. Sin abandonar aquella postura que solía tener—. ¿Desea que lo lleve a algún lado?
Junhui se mofó, —No creo que seas la adecuada para este cargo. Te me haces tan simple.
—Simple —repitió Lisa—. Creo que mi simpleza no tiene que ver en el como me desempeño en mi trabajo, Señor.
—No, te equivocas... ¿cómo dices que te llamas?, Lis... es que tu nombre es tan... raro —agitó una mano por el aire, dándoselas de importante.
Lisa se mantuvo con la mirada fija sobre él, sin el más mínimo movimiento. Lo mirada con algo de burla por dentro, porque sabía perfectamente que Junhui no hacía eso sino para molestarla. Y ella no caería en esos juegos, era lo suficientemente hábil para no hacerlo.
Y sin duda, no era la primera vez que aquellas dos personas se encontraban, Pranpriya había hecho negocios desde antes con Junhui, sólo que muchos de ellos no funcionaron y por eso se tuvo que alejar de aquella asociación, por el bien de su empresa, y de su nombre. Sabía como era Junhui. Un hombre que se quería comer al mundo, cuando no daba la talla suficiente para hacerlo.
Lisa no lo detestaba, pero quería mantenerse lo más lejos posible de él. El simple hecho de chocar con su mirada era suficiente para que a la pelinegra se le formara un nudo en la garganta, y no precisamente por querer desahogarse llorando, sino dicinedole todos los robos que ha hecho. Pranpriya era una mujer cuidadosa, antes de asociarse con alguien
Lo investigaba lo suficiente.
Y Junhui no fue la excepción. Encontrándose con múltiples robos, acciones robadas y demás, por eso mantenía su fortuna, porque para los negocios era el ser más bajo de todo el mundo.
—Lalisa Manobal —respondió con seguridad.
—Eso —Junhui se rió—. Deberías irte. Pero no... ¿por qué te quedas?, ¿qué buscas?
—¿Por qué me iría? —siguió preguntando, y Junhui se sintió molesto ante el auto control de la chica, y el como lo miraba. Lisa se expresaba con calma—. Es mi trabajo. Y la señorita Kim Jisoo...
—Jisoo no es nadie —expresó enfurecido—. Es una mocosa que no se va, y estoy cansado. Y tú te irás con ella porque me desagradas. No te soporto.
