VIII.

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Las miradas permanecieron hasta que la castaña notó que era momento para retirarse, y así lo hizo

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Las miradas permanecieron hasta que la castaña notó que era momento para retirarse, y así lo hizo. Sin más, rodó los ojos y se dirigió hacia su habitación. Junhui negó repetidas veces con la cabeza, y seguro de que no haría nada ahí, decidió que era bueno ir detrás de su esposa.

Lisa por otro lado frunció el ceño sin entender el porqué la mujer en vez de quedarse decidió irse. La única que permaneció ahí fue Jisoo, la cual le sonrió con amabilidad, y sonrisa que Lisa correspondió al instante.

—Lo siento —comunicó la coreana—, mi hermana es un poco indecente algunas veces, y su esposo igual. Pero vienes por el trabajo, ¿cierto?

—Oh, sí —aceptó—. Así es, señorita. Escuché de él, y no vi lo malo. Mire —le tendió sus documentos.

—Muy bien —Jisoo revisó sin prestarle mucha atención a la escritura—, desearía que pasáramos al despacho. Ahí podremos hablar con más tranquilidad, y sobre todo, discutir esta situación.

—Por supuesto, señorita.

Lisa siguió a Jisoo hasta el despacho con mucha tranquilidad, ni alarmarse tampoco, sabía perfectamente como manejar la situación. Y más con todos los datos que le brindó Rosé, la cual la dejó en el entrar de la casa. Sin dejarse ver.

Admiraba todas las cosas que había en esa casa, desde los hermosos cuadros, hasta pequeñas cosas que hacían la diferencia. Y todo era tan único y estaba tan bien colocado, que le provocaba esa satisfacción. Lisa era amante del orden, desde muy pequeña lo fue debido a lo estricto que eran sus padres.

Y a toda la organización que ha llevado en su vida. Siempre prefirió vivir en su espacio, algo alejada de las personas. Y esta no era la excepción, sabía mantener su puesto, y que no era Pranpriya. Porque ella había muerto.

Siguió a Jisoo hasta dentro, y cerró la puerta detrás de sí, mientras la coreana se posicionaba detrás del escritorio, y se dejaba caer en aquella silla de cuero blanco. Lisa se mantuvo en su posición frente a ella. Jisoo analizaba y ahora sí, leía todo con sumo cuidado y detenimiento.

—Está interesante. Lalisa Manobal —leyó por lo alto—. ¿Hace cuánto llegaste a la ciudad?, perdona la pregunta.

—Hace semanas, señorita.

—¿Alguien le habló de este empleo?

—Sí... y no.

Jisoo enarcó las cejas, —Explíquese, por favor.

—Lo escuché. Y me interesó, no tengo mucho tiempo aquí, y necesito el empleo —declaró—. Por eso vine cuanto antes, pero si está ocupado yo lo entendería perfectamente.

Heaven And Back. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora