IX.

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—¿Crees que así esté bien? —preguntó Lisa, mirándose en el espejo, mientras que Rosé se dedicaba a observarla—

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—¿Crees que así esté bien? —preguntó Lisa, mirándose en el espejo, mientras que Rosé se dedicaba a observarla—. No quiero ir incómoda, ya sabes.

—Estás perfecta —hizo una pausa—, pero creo que es mejor que lo pienses bien, Lisa.

—Ya lo pensé —se giró hacia Rosé–. Y lo mejor es esto, ¿por qué no confías en mí?

—Confío en ti —recalcó—. En quien no confío... es en lo que pueda ocurrir. Para nadie es un secreto que Junhui es un hombre explosivo, y por estar detrás de su mujer todo puede salir mal.

—Rosé —Lisa caminó hasta ella y se colocó en cuclillas—. Sé que tienes miedo por lo que pueda ocurrir, pero yo tengo que hacer las cosas bien. No seré eterna.

—No, eso es cierto —Rosé se alejó de Lisa, colocándose de pie—. No eres perfecta, y ahora más que nunca deberías saberlo. ¿Qué te hace falta para darte cuenta que Jennie no es la indicada para ti, Pranpriya?

—Pranpriya no existe —aseveró—. Olvídate de ese nombre, que yo lo haré. Ahora sólo existe Lisa.

—Lisa —musitó—. ¿Y crees que siendo joven, Jennie te tomará en serio?, esa mujer tiene treinta y un años. Y lo que no tiene de vieja; lo guarda de sabia. Y lo peor no es eso, lo peor es que su esposo es un completo imbécil.

—Pero su hermana es una ternura —comentó Lisa. Rosé frunció el ceño—. Kim Jisoo. Esa mujer no solo es hermosa, Rosé. Sino que te dedica una mirada penetrante, y sumamente curiosa. Me miró como si supiera más de lo que dice.

—Es hermosa —admitió Rosé—. Me he cruzado pocas veces con ella, pero si te soy sincera, lo que he visto me ha cautivado.

Lisa la miró con algo de gracia, —No puedo creerlo, ¿te gustó Kim Jisoo?

—Ay, Lisa, no para nada —confesó—. Pero es una mujer atractiva.

—A ver, Rosé, que te guste no quiere decir que estés enamorada. Te puede gustar su físico, o más bien, atraer. Porque cabe aclarar —se acercó a unos periódicos—. Que la menor de las Kim es muy atrapante.

–Y la mayor de ellas —chasqueó la lengua—, es una víbora, que en cuanto te muerda, te echará todo su veneno —la sonrisa de Lisa se borró al instante—, y de ahí no te podrás salir... jamás, Lisa.

Exageras. Yo tengo el control de todo.

—Lisa —Rosé se acercó con cuidado-. Lisa, Lisa —se mofó—, tú ya no tienes el control de nada —caminó hasta la puerta de la habitación—. Y se te hace tarde, termina de arreglarte, tendrás un día muy largo en aquella casa.

Y Rosé no mentía. Lisa sabía perfectamente que no todo lo que le esperaba eran rosas y burbujas, sino más bien, que todo iba a ir acorde su destino lo quisiera, porque parece que no tiene ni el mando ni el control de él. Ya no lo tiene.

Heaven And Back. (jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora