capítulo 31: Un remedio para un corazón roto.

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Marinette.

La lluvia seguía cayendo y se azotaba contra la ventana de mi habitación. La respiración de Félix era pacífica y su pecho subía y bajaba con tranquilidad, él ya estaba dormido y su rostro reflejaba una paz profunda.

Aparté unos mechones de su frente y besé sus labios, eran deliciosos. Descansaba profundamente y eso me enternecía. Tomé una sábana y me cubrí para salir de mi habitación.

-Marinette - se acercó mi kwami.

-Shhhh - le pedí ya que Félix aún estaba aquí - ¿Qué sucede? - susurré lo más bajo que podía.

-Tengo hambre.

-Yo también - ambas reímos y fuimos a la cocina por algo para comer.

-¿Tú y Félix?... - mis mejillas ardieron y asentí con un poco de inseguridad y vergüenza- ya veo... Entonces... ¿estarás con él?

-Sí - sonreí y recordé cada palabra que me dijo, cada una de sus promesas sonaban sinceras.

-¿Pero él sabe que tú estás...? - asentí - ¿Y aún así? - volví a asentír.

-Dijo que quiere ser su padre.

-¿Y Adrien?

-Adrien no sabe que vamos a tener un hijo, y es mejor así. Sé que no es lo correcto, pero tampoco me dejó opción, él decidió hacerme a un lado - mi voz se quebró - No sé por qué yo sí tendría que preocuparme cuando él no pensó en mí cuando se casó - saqué un guiso que Félix me enseñó a preparar y tomé dos cubiertos para comer.

-Entiendo...

-Vamos a disfrutar - le extendí el tenedor y ella lo tomó para agarrar un poco de comida del refractario y lo metió a su boca.

La luz regresó e iluminó todo el departamento, incluyendo la luz de mi habitación. Tikki y yo nos miramos y seguimos con nuestra degustación.

La voz de Félix se escuchó y Tikki suspiró porque tenía que esconderse. Serví un poco del guiso en un pequeño plato y se lo entregué para que se fuera.

-Ahí estás - sonrió y se acercó a la pequeña barra para apoyar sus codos y mirarme con amor - ¿Antojos nocturnos? - enarcó una ceja y vio lo que estaba comiendo.

-Lo siento, ¿Te desperté? - negó con la cabeza y me quitó mi cubierto para tomar de mi comida.

-La luz lo hizo - probó lo que me había enseñado a preparar - Esto sabe delicioso - cerró los ojos para disfrutar mejor del sabor.

-Tengo al mejor profesor - tomó otra porción, pero está vez me la extendió y yo acepté.

-Tienes suerte de tenerlo cielo - su soberbia a veces lo dominaba. Dio la vuelta para quedar a un lado mío y me abrazó - ¿Has tenido náuseas últimamente - negué con la cabeza y me recargue en su pecho - Eso me alegra...

-Creo que a mi hijo le gusta tu sazón.

-Nuestro mi amor, nuestro hijo - inhaló el aroma de mi cabello y acarició mi vientre - Eres como mi hogar mi cielo, hermoso y cálido.

-Félix - sus latidos resonaban en mi oído y cerré los ojos para disfrutar de ese sonido - ¿Cuál es tu sueño?

-Honestamente no lo sé... Tengo que tomar mi especialidad, pero aún no me decido - con cuidado me cargó y la sábana se deslizó un poco por mis brazos, lo cual él notó y sonrió ladinamente.

-¿Ya me vas a llevar a la cama?

-Es tarde y debes descansar - besó mi mejilla y yo rodeé su cintura con mis piernas, traía puesto su boxer y yo la sábana. Apagó las luces y entró a la habitación para bajarme en el colchón.

Grietas Del Corazón (Adrinette / Felinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora