4 años después...
-Papá... - dijo en un susurro una pequeña voz, su manita movía mi hombro para despertarme, me traté de hacer el dormido para ver si insistía en llamar mi atención o se rendiría y se iría con su mamá - Papá, despierta - su voz titubeo y comenzó a sollozar muy bajito - papá...
Me sentí culpable y terminé cediendo. Me recargué en la cabecera y prendí mi luz de noche, a mi lado se encontraba un pequeño rubio que tenía cubierto su rostro con sus manos y sollozaba con sentimiento.
-¿Qué pasó mi amor? - lo cargué y retiró sus manos, así me dejó ver esos celestes que estaban empapados de lágrimas - ¿Tuviste una pesadilla? - él asintió y se recargó en mi pecho, atrapó mi playera y la arrugó con su manita - ¿Quieres dormir conmigo y con mamá? - volvió a asentir y suspiró para calmarse. Acaricié su cabeza y enredé sus mechones entre mis dedos.
-Tengo frío - murmuró y lo envolví con las cobijas y con mis brazos, su cabello picó mi nariz y me hizo estornudar, mi niño soltó una risita y se acurrucó más en mí.
Era difícil para él dormir solo, y eso era en parte mi culpa, a pesar de ya tener casi cuatro, aún seguía viéndolo como mi bebé que lloraba cuando tenía hambre o porque solo quería estar en mis brazos. Besé su cabeza y peiné sus mechones rebeldes.
Canté un poco para arrullarlo y su respiración se fue calmando, él sabía que yo cedería a su capricho, y tenía razón. Marinette se removió y se acercó a mi lado de la cama, así se topó con el intruso.
-Tenemos a un polizón... - se quejó y comenzó a hacerle cosquillas a nuestro hijo, él solo reía y pataleaba para escaparse de mi agarre y del ataque que le estaba dando su mamá.
-¡Basta mamá, no puedo más! - no paraba de reír y retorcerse - ¡Papá! Ayúdame - yo solo empeoré sus risas cuando en vez de soltarlo lo llené de besos en sus mejillas.
Era feliz con ellos y en verdad me odiaría si sí hubiera cruzado por esa puerta aquel día que dude sobre mi familia.
-¿Qué hora es? - me preguntó la madre de mi hijo.
-Seis y media - suspiré, me levanté de la cama y abrí las cortinas para que la poca luz natural iluminara la habitación. Una pequeña pulga saltó de la cama y abrazó mi pierna para colgarse de ella.
-No te vayas - hizo un puchero en sus labios y ojos de cachorro para convencerme.
-tu papá tiene que trabajar, Louis - dijo Marinette mientras tendía la cama. Lo cargué y toqué su nariz para hacer como si se la estuviera quitando.
-Debo mejorar para poder cuidar de tu salud.
-Pero ahora estoy sano ¡Mira! - Louis se retorció para safarse de mi agarre y me mostró como brincaba para demostrarme que estaba con energía y fuerte.
Hace unos meses le dio una fiebre que casi me sobrepasa, creí que lo perdía y tuvimos que recurrir con mi profesor, no tenía corazón frío y mi mente era un caos cuando se trataba de mi hijo. Me decepcionaba a mí mismo.
Después de recuperarse tomó energía que tenía dormida y se convirtió en un niño más hiperactivo, quizá se dio cuenta de mi preocupación y la de Marinette que ahora quiere demostrar que esta bien.
Yo lo volví a cargar y lo apreté demasiado fuerte, él se quejó un poco, pero no se separó de mi abrazo, bajamos los tres al comedor y entre Marinette y yo preparamos el desayuno, yo bebí rápido el té que me preparó Marinette y subí a cambiarme para irme al trabajo.
En lo que arreglaba mi corbata, detrás de mí se escucharon unos pasos y la dueña de ellos hundió su rostro en mi espalda.
-Eres su héroe.
-No pude hacer nada la última vez, debo seguir esforzándome para poder cuidarlo y evitar que sus fiebres sean así de graves.
-Oye, no seas tan duro contigo mismo - me giró para estar frente a frente y jaló de mi corbata para acercarme más a ella -No puedes controlar todo ¿De acuerdo? Además también es mi hijo, no fuiste el único que se asustó esa vez.
-Tienes razón, pero se supone que estoy preparado para algo así.
-¡Papá! - el grito sonó desesperado y mis alarmas se activaron al escucharlo, lo mismo pasó con Marinette y ambos corrimos en dónde lo habíamos dejado.
Louis se encontraba llorando en el suelo y de su nariz salia un poco de sangre, Marinette rápidamente lo levantó, yo se lo quité de los brazos y lo senté en la barra para revisarlo, afortunadamente solo había sido un trauma y no se había roto la nariz, su mamá me acercó un pañuelo húmedo y yo lo empecé a limpiar.
-Lo siento... -murmuró - quería cereal pero no lo logré alcanzar - me señaló el estante en dónde se encontraba su antojo.
-No debimos dejarte solo, perdónanos tú a nosotros - Marinette acarició su cabello y depósito un beso en él.
-Debo irme, llegaré a la hora de la comida ¿Esta bien?- mi pequeño asintió y me abrazó, odiaba dejarlo así, quería seguir consintiendolo, pero también Marinette me regañaba cuando hacía eso.
No quiere que lo mal críe, por una parte lo entiendo , sé que no puedo protegerlo de todo peligro, son caídas que todo niño sufre y debe aprender a controlar sus emociones, pero a veces es difícil aceptar que no puedo evitar todos sus tropiezos y dolores. Me levanté y me despedí de ellos.
-Te esperaremos en casa de tu madre.
-Ahí estaré mi madame - le di un último abrazo y después cargué a mi bebé para frotar mi nariz con la suya - portate bien con mamá mi principito, no te subas a banquitos sin que nosotros te ayudemos y recuerda que... - dejé de hablar para que él terminara mi sermón.
-me amas.
-Eso - le hice cosquillas - te amo mucho, mucho, mucho - sus risas contagiaron a mi azabache. Me lo quería llevar a todas partes que fuera y a veces lamentaba que no le dedicaba el tiempo que yo quería por el trabajo - ahora sí debo irme.
-Papá, no te tardes.
-No lo haré - le prometí y lo pasé a los brazos de Marinette. Salí con prisa porque se me hizo tarde, pero siempre valía la pena esos retardos.
Continuará...
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Grietas Del Corazón (Adrinette / Felinette)
FanfictionUna serie de acontecimientos y malas decisiones obligan a Marinette a irse a vivir en Londres. La decisión de un rubio francés provoca que pierda al amor de su vida, él creyó que podría protegerla de una situación que lo tenía entre la espada y la p...