capítulo 6: Tropiezos del destino.

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Marinette.

Tikki abrió las cortinas de mi habitación para que la luz de la mañana iluminara el pequeño espacio y me despertara. De mala gana me levanté y me asomé por aquella ventana, el cielo se veía nublado y gris, como los demás días anteriores a este.

Al parecer en esta ciudad solo existía el cielo opaco y lluvioso. Ahora entendía porque las horas del té. Me metí a bañar y unas terribles náuseas aparecieron de nuevo. Han pasado apenas dos semanas desde que llegué a Londres y durante ese tiempo he tenido náuseas matutinas.

Jalé la palanca de la taza y el agua se llevó todo lo que había descargado. Era sábado y tenía que ir a la cafetería a trabajar tiempo completo, tomé mi desayuno y salí en dirección a mi trabajo.

No quedaba muy lejos de mi departamento, pero pude haber escogido un mejor lugar en donde vivir. Por la urgencia de venirme a Londres, no me tomé el tiempo suficiente para escoger un lugar cómodo. El lugar era pequeño y solo había lo necesario, literalmente; un cuarto en dónde solo cabía una cama y una mesita de noche, y también una cocina en donde apenas y cabiamos el refrigerador, la estufa y yo.

Mi teléfono sonó, pero al ver de quién se trataba colgué de inmediato.

- Deberías contestar, estás evitandolos y eso no es bueno Marinette, vas a hacer que se preocupen - Mi pequeña kwami me regañaba con un susurro.

-Aun no, no quiero que me llenen de preguntas sobre cómo estoy. Sí descubren que odio esta ciudad seguramente tratarán de convencerme para volver - di vuelta en la calle en dónde se encontraba mi trabajo - además si regreso tal vez sería hasta dentro de unos dos años, no quiero ver ni enterarme sobre la boda de Adrien, no lo soportaría. Ahora escondete, nadie puede verte - entré al local.

-Marinette, que bueno que llegaste - Allegra, mi compañera de trabajo se acercó para tomarme de los hombros y conducirme hasta el interior de la cafetería - ¿puedo dejarte a cargo de la tienda solo por hoy? Surgió un problema con mi padre y tengo que ir a auxiliarlo.

-No te preocupes Allegra, estaré bien, puedes irte tranquila.

-Gracias - me abrazó y tomó su bolso para salir.

El tiempo pasaba y nadie llegaba, seguramente esto se debía al clima, normalmente la luz pasa por las nubes pero esta vez no fue así, las calles se veían más oscuras de lo normal y la gente corría a refugiarse puesto que las gotas comenzaban a caer más fuerte de lo normal.

Parecía de noche a pesar de la hora, las luces se encontraban prendidas y todo estaba solo.

Maldije en voz baja, no había traído un paraguas ¿ahora como regresaría a casa? Después recordé que tampoco había traído comida.

En menos de una hora la lluvia comenzó despacio y con el tiempo, en vez de cesar, esta aumentaba su intensidad. La niebla que se formó desapareció a los demás establecimientos de la calle, parecía como si nada más existiéramos este local y yo.

Mi estómago rugió y también el de Tikki, al menos estaba agradecida de que Allegra no estuviera, además de que no había ningún cliente. Gracias a eso mi kwami pudo moverse con libertad.

Parecía como si el cielo estuviera a punto de caerse. Comenzó a caer granizo, si antes era difícil salir o pedir algo para come, ahora sería imposible. Mi kwami y yo moríamos de hambre, no teníamos otra opción que tomar algo de aquí, sin embargo todo era excesivamente caro. Con todo el dolor de mi trabajo y sueldo tomé un par de pastelitos y un café simple, el más barato del menú.

Grietas Del Corazón (Adrinette / Felinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora