69. Primeros Vinculos

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| Zinerva |

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| Zinerva |

Despierto al escuchar un llanto. Todo está oscuro y no puedo ver nada. Tanteo con mi mano la cama buscando a mis Alfas, pero ninguno está.

— ¡Cállalo antes de que se despierte! — escucho que ordena Garald.

— ¡Tú fuiste el que lo agarraste sabiendo que iba a llorar si lo tocabas! — le recrimina Marcio.

— ¡Ustedes estaban dormidos! — gruñe — ¿Acaso querían que los despertara a la una de la mañana?

¿Cuánto tiempo dormí?

Creo que me acosté entre las cinco y las siete de la tarde. Sinceramente, prefiero estar dormida para no sentir el dolor corporal.

— ¡Mejor cállense los dos, ustedes son los que la despertarán a ella! — dice Marcos.

El llanto del bebé sigue y con cuidado me levanto despacio. Es la primera vez que me levanto sola desde que me operaron. Camino lento, sintiendo el dolor en mi vientre. Cuando llego a la puerta que antes estaba detrás de mi espejo favorito, la abro y la luz me ciega. Ellos dejan de insultarse unos a otros, y solo escucho el llanto de mi bebé. Parpadeo tratando de acostumbrarme a la luz. Antes de que pueda dar otro paso, siento un par de manos ásperas sostener mi cuerpo, para acto seguido cargarme hasta una cama que está dentro de esta habitación.

— ¡Debes guardar reposo! — me regaña Garald.

— Deja tu dramatismo, caminar no rompe mi reposo. Al contrario, el doctor dijo que debo caminar y no quedarme en cama todo el día, ya que eso ayudará a sanar más rápido y previene la formación de coágulos — le recuerdo. Lo que no puedo hacer es cargar peso o hacer ejercicios, al menos es lo que recuerdo que el doctor me dijo.

— Dame a mi bebé — le ordeno a Marcio.

Él rápidamente se acerca a mí y con cuidado deposita a nuestro bebé en mis brazos. De inmediato él deja de llorar, pero hace pucheros y solloza un poco. Toda su carita está roja.

— Pásame un pañuelo — le digo a Garald, y este me lo entrega, no sé de dónde lo sacó. Paso el pañuelo con sumo cuidado por toda su carita para eliminar cualquier rastro de lágrimas.

— ¿Por qué no me despertaron? — recrimino algo enojada — ¿Qué necesidad hay de hacerlo llorar tanto?

— No te despertamos porque es obvio que estás cansada. Además, no teníamos la certeza de que si te despertábamos y lo sostenías lograrías calmar su llanto — se excusa Garald.

— Para la próxima despiértenme sin dudarlo. Agradezco su preocupación por mí, pero mi deber de madre está por encima de cualquier cansancio y... — dejo de hablar al ver cómo Garald me toma una foto — ¡Estoy hablando! — le recuerdo, y él sonríe de manera inocente.

— Perdón, pero solo mira lo tierno que se ve mirándote mientras hablas — apenas él lo dice, miro a mi bebé. Me sorprendo al darme cuenta de que es cierto. Mi bebé me está viendo muy atentamente, esos hermosos ojitos grises me observan con atención.

Zinerva : Trio de MatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora