47. Engaños

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| Zinerva |

Me estiró en la cama de manera perezosa, siento como las brazos de Adolphus me rodean, estamos acostados en posición de cucharita, observó la habitación buscando con la mirada a mis otros Alfas, más no los encuentro, con cuidado salgo del agarre de Adolphus para ir al baño ya que mi vejiga va a explotar, estoy tomando todos los litros de agua que los doctores ordenan, por consecuencia voy al baño casi cada hora, después de eso cepillo mis dientes y peino mi cabello, salgo del baño para volver a recostarme un rato al lado de Adolphus.

Sigue dormido, su rostro esta totalmente relajado dándole un aire inocente, como el de un niño, con mis dedos acaricio de cabello marron rojizo, no se sinceramente por qué su cabello tiene ese color, me fijo en sus largas pestañas, son de esas que te causan envidia, sus cejas gruesas y pobladas, además de esas pequeñas pequitas en sus pómulos y parte de su nariz, a pesar de su gran estatura y su muy bien formado cuerpo con la carita que tiene solo me provoca ternura, siento que son mi terroncito de azúcar junto a los dos fríos y dominantes cubitos de hielo que son Garald y Marcos.

De repente abre los ojos y captura mi mano traviesa que acariciaba su cabello, admiro sus ojos castaños claros, su mirada me escanea por completa para después regalarme una pequeña sonrisa ladeada.

— buenos días pequeña hembra — me saluda como siempre desde que lo conozco con el apodo que me dio.

— buenos días Adolphus.

— debes vestirte ya que pronto vendrán los doctores — me recuerda.

— ¡ gr ! — es lo único que sale de mi garganta.

— no me muestres los colmillos pequeña hembra, si eres mala te dare una buenas nalgadas para que aprendas a respetar a tu macho — me reprende juguetonamente.

— yo no saque mis colmillos — murmuro.

— si lo hiciste, debes aprender a controlarlo o te causara problemas en el futuro — me aconseja.

— es que ya no me gusta que me revisen casi a diario — me quejo — desde que se fueron los rusos no dejan de venir a diario, hoy es séptimo día desde eso, ayer solo faltaron porque ustedes estaban ocupados y no les gusta que me revisen sin que uno de ustedes este presente, odio esto. — me cruzo de brazos como una niña haciendo un berrinche.

— se que es molesto, pero aun no sabemos con exactitud cuando nacerán, ellos piensan que si tienen datos diarios podrán dar con la fecha pronto — me dice la escusa que a me se de memoria.

— esta bien, pero si me siguen sacando de quicio con sus cuidados excesivos ni crean que les dare mas bebes — advierto.

— después de dar a luz debes reposar por un mínimo de cinco años, tu vientre y cuerpo deben recuperarse antes de que estés otra vez embarazada — me informa y yo me sorprendo.

Nunca ninguno de ellos me había dicho eso, pero mi ceño se frunce al ver como se queda callado por varios segundos, pareciera que esta arrepentido de revelar esa información.

— ve alistándote, yo veré si el desayuno ya esta listo — ordena levantándose de la cama.

Solo suelto un pequeño suspiro y en contra de mi voluntad salgo de nuestra cómoda cama, me dirijo hacia el closet y elijo un vestido corto de tela fina con mangas largas, normalmente no utilizaba muchos vestidos, pero ahora mi vientre y parte de mi abdomen están bastante inflamados o mejor dicho gordito por mis bebes, no es una panza muy grande ni redonda como las de las embarazadas normales, mas bien parece panza natural, aparento mas o menos unos cuatro meses aun cuando tengo un poco menos de eso, me coloco mi vestido y mi ceño se frunce al sentirlo algo ajustado en la parte del busto, este lo compre la vez que fui con Garald al centro comercial y me quedaba incluso algo suelto esa zona, no puedo creer que ahora me quede algo ajustado, trato de no prestar mucha atención a ese detalle mientras me agacho para buscar mis medias blancas y largas casi hasta la rodilla, pero cuando intento volver a levantarme me tambaleo hacia tras, pero alguien me sostiene por la espalda evitando que me caiga.

Zinerva : Trio de MatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora