Palmer
Tenía puesto un arnés. Un puto arnés.
El protagonista de mis deseos más perversos tenía un arnés en uno de los incontables compartimientos de su traje. Y de otro sacó una cuerda, era delgada pero parecía resistente, o eso esperaba.
–¿Estás seguro que esto aguantará mi peso? —Pregunté algoinsegura.
–Sí, estoy seguro que puede aguantar hasta el mío.
Mis ojos recorrieron los dos metros de hombre que tenía frente a mí.
La primera vez que lo vi yo no era más alta que un metro sesenta, mal alimentada y con poco descanso no había tenido la oportunidad como otros adolescentes de crecer según mi edad. En ese entonces mi cara quedaba a la altura de su pecho. Era impresionantemente alto.
Ahora en cambio, cuando comencé a cuidar de mí misma crecí lo suficiente para que la coronilla de mi cabeza llegara a su cuello. Fuera de eso, él no había cambiado. Seguía igual de musculoso, seguía con su pelo negro, ni una pizca más largo. El tiempo no pasaba, se congelaba en su cuerpo.
¿Se alimentaba? ¿Dormía?
Volví mi atención al arnés que rodeaba mis muslos y cintura. Yo no era delgada. Estaba musculosa. Tres veces a la semana me esforzaba por mantener mi tono muscular, mi fuerza, mi resistencia cardiaca. Y lo mejor de todo es que podía comer sin culpa.
–Listo. –Dio un tirón a la cuerda que sujetaba al arnés y tastabillé hasta quedar peligrosamente cerca de él– Yo tendré tu mochila, solo preocúpate de mantener el equilibrio.
Saltó y colocó un mosquetón en la parte superior para pasar la cuerda por él y volver a bajar.
¿Es normal que me quede como estúpida mirando la impresionante forma en que se nueve para ser tan ridículamente grande?
Espero que sí. Debía estar acostumbrado que las mujeres lo miraran como bobas.
Comenzó a tirar de la cuerda y mis pies dejaron de tocar el piso. No les temía a las alturas pero la oscuridad me tragaba lentamente y mire con pánico hacia él.
El leyó mi expresión y las luces de su traje cobraron vida. Se tornaron blancas y apuntaron a mi dirección. Respiré con más calma y él siguió tirando de la cuerda, aumentando la distancia entre nosotros y haciéndome ir más y más arriba.
Una vez que llegué al borde, trepé. Solté la cuerda y el arnés y lo tiré, esperando que lo tomara pero un segundo después, de un solo salto aterrizó en el borde de la cornisa. Y otra vez, ambos de rodillas, estábamos demasiado cerca.
Esto estaba mal. Estaba muy muy mal.
Mis manos picaban, mi columna hormigueaba, mis labios pedían su atención otra vez. Él no lo hacía fácil tampoco. Sus ojos acariciaban mi rostro, tal cual como lo hacían los míos, hambrientos, desesperados. No se apartó. Yo tampoco.
El corazón me latía fuerte e irregular mientras mis ojos caían en sus labios. Recordé cada segundo de ese beso, ese único beso que compartimos se quedaría grabado en mi mente para el resto de mi vida.
Estábamos tan ensimismados el uno en el otro que ninguno notó la vibración.
Una réplica.
Un grito de pánico se alojó en mi garganta y sentí como sus grandes brazos envolvían mi cuerpo, con una mano en la base de mi cabeza y la otra en mi espalda. Saltó haciéndome retroceder del borde.
El polvo nos envolvió mientras la réplica se alargaba más y más, los movimientos telúricos nos sacudían. Mi espalda estaba pegada a la pared del otro lado y su cuerpo me cubría por completo.
No apareció el escudo.
Las luces de su traje se hicieron más tenues.
Los escombros caían sobre su cabeza y espalda. Suaves quejidos de dolor eran depositados en mi coronilla mientras evitaba que algún escombro cayera sobre mí.
Mi mano se movió instintivamente para cubrir su nuca, para ayudar en algo, pero la inmovilizó y volvió a ponerla sobre mi pecho.
Un estruendo rompió el aire entre nosotros. Sus ojos se encontraron con los míos y se acercó tanto, que por un momento pensé que iba a besarme. Su nariz rozó la mía y yo me vi perdida en la situación de mierda y en sus ojos plateados.
Gruñó solo una vez, la tensión en su cuerpo y la sombra de algo inmenso sobre nosotros me hizo saber que solo él era el obstáculo entre la vida y la muerte. Era una roca inmensa. Sus brazos y piernas soportaron el impacto para después con un solo jadeo saliendo de sus labios empujó, dejándola caer a nuestros pies.
Se hizo el silencio. La tierra dejó de moverse y toda mi atención estaba en la línea de sangre que recorría desde la parte posterior del cuello hasta su barbilla. El pequeño hilo de sangre cayó en mi pecho, manchando mi top.
–No... –Susurré.
AT1 me miró a los ojos. Su expresión mostró el alivio al notarme ilesa.
Las luces de su traje se volvieron rojas.
Y la oscuridad nos envolvió.
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Ayayayayayyyyy como quedaron? Yo, para el gato jajajajajaja 😅🤣
Me encanta escribir a este par.
Dejen su voto porfi y cuéntenme qué les parece la historia hasta ahora 😁
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Protégeme (Amores perdidos 1)
RomanceEn las sombras de la noche, Palmer, una joven desesperanzada de 17 años, se encuentra al borde del abismo. La vida le parece un oscuro túnel sin salida, y la idea de la muerte se cierne sobre ella como una sombra ineludible. Pero en ese momento de d...