Capítulo 32

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Palmer


Después de dejar a Vincent en su habitación y pedirle a Francesco que se asegurara de que pasara buena noche, emprendí camino a la cocina. Abrí el refrigerador y me puse a rebuscar lo que necesitaba.

Lo tomé, salí de la cocina y bien decidida me fui a mi habitación.

Mi rutina nocturna no era muy elaborada. Quitarme la ropa, ir al baño desnuda, lavar mis dientes, lavar mis partes de dama, peinar mi cabello, quitarme el maquillaje y volvía a la cama para ponerme el pijama. Un top y bragas.

Dejé mi cómplice a un lado, oculto bajo la almohada. Me acomodé, tapé la mitad de mi cuerpo y respiré profundo. El corazón me martilleaba a una velocidad vertiginosa, mis manos sudaban y mis axilas también. Pero no me iba a detener.

Lo iba a hacer.

–Kael. –Susurré.

Yo, con mi oído común y corriente no podía escuchar nada. Algo en mí, sabia, que él estaba despierto. Que podía oírme.

Me armé de valor una vez más.

–Ven.

Solo pensar en él me tenía excitadísima. Sentía mi núcleo húmedo y el calor en mi rostro. Sabía... Que no me rechazaría. Pero no podía borrar años de inseguridades grabados en mi piel. Podía fácilmente encamarme con un desconocido, pero Kael era diferente. Un mundo completamente diferente.

–Kael. Sé que puedes oírme. Ven. –Susurré otra vez.

Lamí mis labios mientras la puerta se abría e intenté componer mi postura. Soy una diosa. Una puta diosa y este hombre me desea, tanto como yo a él.

Y esta diosa está hambrienta.

Sus ojos, ya plateados recorrieron mi silueta en la oscuridad. Solo la luz de la luna bañaba su cuerpo en plata. Solo llevaba puesto un bóxer y mi vientre tembló ante la anticipación.

–Miann. –Susurró ronco y sensual– Creí que pasarías la noche con Vincent.

–Preferimos dejar la resaca para otra ocasión. –Sonrió.

–Entonces, deberías dormir. Mañana será un largo día.

Lo miré de arriba abajo, deteniéndome en las partes más pecaminosas de su cuerpo, ósea en todas, antes de hablar.

–Quiero que duermas conmigo.

Jah. Como si fueses capaz de dejarlo dormir.

Lo vi titubear, solo por un segundo antes de cerrar la puerta y acercarse poco a poco a la cama. Desearía haber prendido la lámpara de la mesita de noche para no perderme estas vistas.

Ahora que era libre, había dejado atrás el blanco pálido de su piel, ahora estaba un poco bronceado, aunque en contraste con su cabello negro y mi piel seguía siendo blanquísimo. Sus músculos habían cambiado. Antes parecían fuertes o trabajados, pero me equivoqué, ahora que están más hinchados, más marcados y los surcos se dibujaban en cada rincón de su cuerpo.

Este es un hombre que quiere permanecer fuerte a pesar que tiene más fuerza que un humano normal. Está descalzo y con su pelo revuelto mientras avanza sin quitarme los ojos de encima. Sé que no lo hace a propósito, pero parece una pantera acechando a su presa. Y yo soy su filete de primer corte.

Hice a un lado la ropa de cama para hacerle un espacio, aunque no mucho porque lo quería pegado a mi cuerpo. Él entró y se acomodó junto a mí. Aunque muy a mi pesar se quedó quieto sin llegar a tocarme, ni siquiera con los pies.

Su calor radiante me mareó. Su respiración profunda me calmó. Sus ojos plateados, ahora que sabía lo que significaban, me abrazaban. Su calor, ese anhelo, el deseo. Todo estaba escrito en su cara y aun así se mantenía al margen. Dándome espacio para procesar todo, para saber bien que quería y como me sentía.

–Esta podría ser la última noche que pase en una cama –Lamí mis labios y él siguió el movimiento de mi lengua con sus ojos.

–No lo permitiré. –Susurró.

–Aun así, es una posibilidad y quiero pasarla contigo.

Ya cansada de pretender que estoy calmada y serena suelto un suspiro tembloroso y dejo que mi cuerpo caiga al lado del suyo, pero ahora con su lateral y mi frente pegados. Pasé una pierna sobre su cadera, envolví un brazo en su torso y descansé mi cabeza en su pecho.

Se oyó un gruñido bajo y mi línea de pensamientos se interrumpió cuando sentí un brazo pasar por debajo de mi cuello, su cuerpo girándose hacia mí para dejar nuestros pechos alineados y otra mano tomando la parte trasera de mi rodilla para que no se deslizara de donde estaba descansando.

Estábamos cerca, muy cerca. Me encontré con sus ojos y todo dejó de tener sentido. Ese negro me envolvía. Me llamaba, me tentaba a hacer realidad mis más oscuras fantasías que solo eran protagonizadas por él.

Y aquí estaba. La nueva posición me dejaba de alguna forma expuesta. Mi núcleo, mojado para estas alturas, cubierto solo por unas bragas de algodón estaba completamente expuesto, mis piernas se mantenían abiertas y mi cadera estaba tensa, porque me moría por rozarme contra su dureza.

–¿Estás cómoda?

Asentí.

Cerró los ojos y con su nariz dibujó el contorno de mi rostro hasta llegar a mi oído.

–¿Puedo besarte? –Su voz rogaba, ¡Me rogaba! ¡A mí!

Casi gemí.

–¿Por qué pides permiso? No deberías ni preguntarlo.

–Lo hago porque si te besara cada vez que yo quisiera –Su lengua barrió el lóbulo de mi oreja y me mojé un poco más– No podrías comer, hablar o dormir.

Sentí como mi vientre bajo se comprimía de deseo. Y decidí que ya no quería contenerme más. Con la mano que tenía sobre un pectoral tomé su mandíbula y estampé mi boca contra la suya.

El gruñido que vino desde lo profundo de su pecho terminó por derrumbar todas mis barreras. Lo besé como si fuese la primera y última vez. Mordí su labio inferior para que abriera la boca, pero él ya me estaba esperando. Metí mi lengua para buscar la suya, pero él ya estaba buscando la mía. Bajé mi mano hasta su cuello para sentir su pulso, tan rápido como el mío.

El deseo terminó por explotar. Cada fibra de mis músculos estaba tensa, mi respiración se volvió ruidosa y trabajosa, mi mano siguió bajando para tocar todo lo que me pertenecía. Su pecho, sus pezones, sus pectorales, sus costillas, su tableta de ocho, la "V" de su vientre bajo.

Kael gimió en mi boca y su cadera se movió instintivamente hacia mi toque cuando pasé un dedo sobre su erección.

Dejó de besarme y gemí de frustración.

–Palmer...

Sus ojos entornados y vidriosos estudiaron mi rostro. Sé lo que buscaba y carajo, no lo iba a encontrar.

–Te deseo... –Le dije mirando sus ojos, su nariz recta, sus labios rosados, húmedos por mis besos. –Quiero tenerte en mi boca.

Bajé su ropa interior mientras él apretaba mi brazo con la mano que no estaba bajo mi cuerpo. Quería detenerme, pero yo no lo iba a dejar hacer.

Me levanté y me senté a horcajadas en la parte superior de sus muslos, tomé su miembro con la mano y le di un apretón.

Kael se sacudió y cerró sus ojos con fuerza al mismo tiempo que reprimía un gemido. La cama parecía vibrar bajo nosotros, pero no me importó.

Estaba concentrada en una sola cosa.

Mi hombre.

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Bueno qué decir, aquí empieza la cochinada jajajajajaja

Para quienes no quieran leer +18 pueden saltar el siguiente capítulo y el siguiente a ese no afectará la historia.

Y para las perversas como yo... Bueno... Disfruten ❤️‍🔥

Protégeme (Amores perdidos 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora