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Kael
Llegamos al barco demasiado extasiados para exteriorizarlo. Palmer no podía quitar de su hermoso rostro una media sonrisa, tan soñadora como encantadora. Y yo, no podía quitar mis ojos de ella.
Mi mujer.
Que carga a mi hijo en su vientre.
La noticia me golpeó fuerte en el estómago. No voy a mentir.
En un principio me sentí confundido cuando escuché el golpeteo fuerte saliendo del portátil de Khoslo. Pensé que Palmer quería donar su corazón, no lo sé. Estaba prácticamente en pánico para ese entonces. Estábamos tan cerca de salir victoriosos, pero aun sentía que nada estaba dicho, no del todo.
Después cuando confirmó que nuestro hijo si existía mis piernas dejaron de funcionar. Materialicé lo que significaba. Iba a ser padre, iba a compartir la dicha de crear a un ser vivo con el amor de mi vida. Y si todo salía bien, podía ver a mi hijo crecer, podía envejecer junto a mi diosa, podríamos tener más hijos.
Podría tener una vida común y corriente junto a mi pareja. La vida que siempre quise tener pero que nunca me atreví a imaginar.
–¿Cómo supiste del bebé? –Susurré en el cuello de Palmer cuando ya estábamos acostados en nuestra cama, abrazados, con nuestras piernas entrelazadas.
–Violeta estaba curando mi herida cuando me preguntó por qué tenía una cicatriz antigua en el brazo y ahí recordé del método anticonceptivo. Ella me dijo que no era seguro su funcionamiento después de los dos años y medio y el mío ya tenía tres años y tres meses cuando comencé a tener relaciones contigo. –Su mano se posó sobre la mía, en su vientre aún plano– No sospeché porque el vínculo trajo muchos cambios en mi cuerpo y mi periodo no había llegado en más de tres años. Aun así, me hizo tener dudas. –Tomó mi mano y la llevó a sus labios para dejar un beso sobre la palma y devolverla a su vientre– Compró una prueba de embarazo y salió positivo.
–¿Por eso Alonso me llevó a caminar por la playa?
–Sí. –Rio bajito.
–Entiendo que no hayas querido decirme, por lo protector que puedo ser, pero ¿Cuándo fuiste a un ginecólogo?
–El día de compras. Hicimos todo rápido con Violeta y me acompañó a una consulta. Fue una locura sentir sus latidos. Por un momento... Pensé... Que el incidente con Meerha podría, no lo sé, creí que tal vez lo había perdido, después de todo estuve unos minutos sin respirar.
Apreté sus curvas contra mi cuerpo.
–No puedo pensar en eso ahora. En todo lo que pude perder... —Tragué con fuerza, intentando bajar el nudo que se armó en mi garganta.
–Estoy bien, Kael. Estamos bien.
Hice que una mano bajara por su vientre hasta el borde del elástico de su pijama y metí mi mano dentro, donde su feminidad me esperaba.
–Así que... –Acaricié su clítoris suavemente– Efectivamente te dejé embarazada la primera vez. –Abrí sus pliegues con mis dedos y toqué, toqué todo lo que me pertenecía, todo lo que había colonizado con mi simiente. –Me pone a mil. –Susurré sobre su oído, imprimiendo toda mi excitación en el aliento caliente que salía por mis labios– Pensar que todo este tiempo mi hijo estaba creciendo en ti.
–Kael... Mmm... –Bajó su mano y comenzó a bajar mi pantalón de pijama, el cual quedó atascado con mi erección.
–¿Ya me quieres dentro, Miann? –Aceleré los movimientos de mi mano y ella gimió mi nombre una vez más. – No tienes que rogar, Mo ghràidh.
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Protégeme (Amores perdidos 1)
RomansaEn las sombras de la noche, Palmer, una joven desesperanzada de 17 años, se encuentra al borde del abismo. La vida le parece un oscuro túnel sin salida, y la idea de la muerte se cierne sobre ella como una sombra ineludible. Pero en ese momento de d...