Palmer
Me desperté sobresaltada.
Me giré sobre la cama para buscar el calor de Kael, y mi mano solo encontró las sábanas aun tibias. Miré hacia los pies de la cama y ahí estaba.
Con el teléfono desechable en la mano.
Me incorporé ahora más despierta que nunca. De pronto todos los dolores de mi cuerpo quedaron absolutamente olvidados cuando mi mente comenzó a materializar lo que estaba haciendo. Lo que estaba a punto de hacer.
Aun así, pregunté:
–¿Qué estás haciendo? –Mi voz sonó ronca, como cada vez que despertaba.
Kael estaba encorvado, dándome la espalda. Sus movimiento al voltearse eran calculados, fríos, duros. Seguía siendo de noche pero la luz de la luna entraba entre las cortinas, dándome un pequeño vistazo de su perfil. Estaba con la mandíbula apretada, los hombros casi a la altura de su cuello y parecía respirar con dificultad.
–Lo siento, Palmer. –Su voz ronca me atravesó con un estremecimiento.
No me costó mucho entender a qué se refería. El teléfono, sus cejas fruncidas, su postura ahora encorvada, cansada.
–¿Por qué? –Pregunté con el enojo creciendo poco a poco en mi cuerpo.
–Porque no podemos seguir así. Estas en constante peligro y tu salud se están viendo comprometidas...
–¡No puedes decidir por mí! –Me levanté de la cama y tropecé en el rellano casi cayéndome de bruces. Pero los brazos de Kael ya estaban tomándome.
Lo empujé para alejarlo de mí, furiosa.
–¡No!
–Palmer, por favor. –dijo con un brillo intenso en sus ojos azules.
–¿Ahora soy Palmer? ¿Dónde están los apelativos cariñosos? ¿Dónde quedó el gaélico? ¿Acaso estas terminando conmigo?
–Sí –Respondió a mi última pregunta. Rotundo. Doloroso.
El golpe llegó como una bola de demolición directo a mi pecho. Lo estaba haciendo. Lo estaba haciendo una vez más.
Me estaba dejando.
–¿Por qué? –Necesitaba saber por qué. No podía disfrazar el dolor en mi voz.
–Porque es mucho riesgo el que estamos corriendo. Quiero vivir, Palmer. –Enderezó su postura para dar más énfasis a sus palabras– No quiero tener que arrastrar a una humana debilucha por todo el desierto. Quiero ir a mi ritmo. –Nunca había visto a Kael hablarme de esta manera.
Quise reír, ¿cómo pensé que un hombre como él iba a estar enamorado de mí? ¿Por qué fui tan tonta?
Un aire glaciar recorrió mi pecho hasta asentarse en mi corazón y me dejó sin aliento. Mis piernas se aflojaron y quedé irremediablemente sentada a los pies de la cama a dos metros de distancia de él. Bajé la mirada. Me sentía avergonzada de todo lo que entregué. De todo lo que dejé que mi cuerpo le hiciera sentir.
No solo nuestros momentos íntimos vienen a mi mente, sino también cuando solo éramos nosotros, simplemente nosotros y caminábamos por la propiedad de Vin, cuando compartimos anécdotas sentados en el piso de mi habitación, esos momentos en el claro, cuando le hablé de mi amor por mi carrera, cuando compartimos miradas cómplices en las comidas.
De pronto sentí mi rostro húmedo y noté el camino de lágrimas que recorrían mis mejillas hasta mi pecho y muslos. Miro hacia abajo y soy consciente de que solo llevo puestas unas bragas, me sentí de pronto muy desnuda, muy expuesta. Con mi mano extendiéndose hacia atrás tomé lo primero que encuentro y lo paso por mi cabeza.
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Protégeme (Amores perdidos 1)
RomanceEn las sombras de la noche, Palmer, una joven desesperanzada de 17 años, se encuentra al borde del abismo. La vida le parece un oscuro túnel sin salida, y la idea de la muerte se cierne sobre ella como una sombra ineludible. Pero en ese momento de d...