Palmer
A pesar de que mi mente estaba trabajando rápido no me permití ser imprudente.
Entendía mis limitaciones físicas; como la estatura, el entrenamiento y la masa muscular. Aun así sabía usar todo eso a mi favor. Cuadré los hombros, respiré profundo una vez más y me obligué a calmar los latidos de mi corazón.
Iba contra hombres casi una cabeza más grandes que yo, saben defensa personal, tienen más músculos.
Pero había algo que ellos no tenían y que yo sí. Ira. Entraba a mis pulmones como aire frio y salía de mis fosas nasales como vapor caliente. La sangre de mis arterias circulaba de forma furiosa, me daba vida, me daba fuerza.
Puede que sea el vínculo que tiraba con fuerza para mantenerme a su lado o puede que ya esté tan malditamente cansada de ser la víctima. Cansada de siempre estar enferma, cansada que las personas solucionen mis problemas.
Yo iba a sacarnos de esta situación.
Yo iba a salvar a mi hombre.
Mejorando la posición de las piernas lancé un golpe hacia atrás para terminar con el tipo que me tenía retenida hace unos segundos. Cayó inconsciente.
Bien.
Giré y me encontré con dos guardias más mientras Kael seguía forcejeando, gruñendo y gritando mi nombre. Sus ojos estaban completamente negros y sus gritos atravesaban mi pecho como puñales, desgarrando carne, huesos y músculos.
–¡Palmer!
–¡Sédalo, ya!
–¡Palmer, huye!
Me quedé inmóvil en medio de un paso. Los hombres seguían mirándome, esperando. Al parecer solo querían mantenerme lejos de Kael hasta que lo inyectaran.
–¡Por favor, vete! –Bramó mi razón de existir.
Me veía imposibilitada de hablar. Si decía alguna palabra estaba segura que me rompería y no sería capaz de hacer nada para sacarnos de esta. Así que solo lo miré. Impregné en mis ojos todo el amor que sentía por él y la decisión que había tomado, en solo segundos.
No me iré sin ti.
–¡NO! ¡Tú vales más, mucho más! –Su hermoso rostro se contrajo de enojo, ya no podía ver sus hoyuelos– Miann, por favor...
No. Definitivamente no me iría sin él.
Después, todo pasó al mismo tiempo.
Corrí para interceptar a uno de los tipos. No pretendía dejarlo inconsciente pero sí entretenido en alguna cosa. Como por ejemplo su nariz rota. Apliqué un Uppercut dejando toda la fuerza del golpe en la base de la palma de mi mano. Escuché el crujir del hueso y la sangre salpicó a su impecable traje.
Conforme con eso me giré hacia el otro hombre.
De fondo podía escuchar los golpes que propinaba Kael a sus agresores. Puños, patadas, empujones, ropa rasgándose.
Llegué donde el siguiente guardaespaldas y le propiné un khao yao directo a sus testículos. Cayó de rodillas a mis pies y repetí el mismo rodillazo en su cara.
Paf, a piso.
Me temblaban las manos y las rodillas pero no flaquee. Busqué al hombre con la jeringa, estaba de pie atrás de Kael esperando a que los AT lo contuvieran para dar el golpe final. Mi hombre luchaba.
Un relámpago de orgullo nació en mi pecho solo para convertirse en un bloque de hielo.
El AT de la derecha logró hacer una llave con su brazo e inmovilizarlo, dejándolo boca abajo en el pavimento caliente. El segundo lo tomó del cuello, por atrás y el tercero, el guardaespaldas se acercó, con jeringa en mano.
Ellos estaban muy ocupados en Kael para darse cuenta de lo que yo hacía. Seguí avanzando, mi pecho vibrando, mis ojos saturados de lágrimas que limpié con mi brazo. Había tomado una decisión.
Saqué mi navaja.
La tomé por la hoja.
Y la lancé.
Por favor, no falles. Por favor, no falles.
Los tres hombres en el piso y yo vimos todo en cámara lenta.
El lento avanzar de la navaja rompiendo el aire a su alrededor, el guardaespaldas acercándose a mi hombre sin enterarse de nada, el grito de Kael que reverberó por mis huesos e hizo una grieta en mi corazón.
El guardaespaldas no esperaba que mi navaja quedara profundamente incrustada en su cuello. Los androides no esperaban que me acercara. No contaban que sacara el arma blanca con un tirón limpio y que la sangre oscura del hombre se derramara alrededor de su cabeza cuando cayó al piso, a mis pies. Seguía vivo, podía ver como su corazón seguía latiendo por el fluir rítmico, de la vida que se iba escapando por su cuello, por los ojos que me miraban estupefactos.
Sin permitir que eso me perturbara y me hiciera dudar tomé su arma, me giré y apunté directamente a la parte posterior del cuello de uno, mientras que la navaja, roja por la culpa apuntaba al cuello del otro, donde sabía que estaba el maldito chip.
–Suéltenlo. –Ordené con la voz sorprendentemente fuerte– Ya.
Los hombres obedecieron. No había miedo en sus caras, había... Confusión.
Kael se levantó, me abrazó contra su pecho y antes de que saliera corriendo conmigo a cuestas tomó nuestros bolsos que no había notado, estaban a nuestros pies.
–Díganle a su jefe... –Impregné todo el odio y el rencor que había en mi corazón para las siguientes palabras– Que la tregua terminó.
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Protégeme (Amores perdidos 1)
RomanceEn las sombras de la noche, Palmer, una joven desesperanzada de 17 años, se encuentra al borde del abismo. La vida le parece un oscuro túnel sin salida, y la idea de la muerte se cierne sobre ella como una sombra ineludible. Pero en ese momento de d...