Palmer
–No, no, no, no, no. –Golpee insistentemente el hombro de Kael hasta que se detuvo por completo.
Su respiración seguía siendo uniforme mientras que yo intentaba introducir algo de aire a mis pulmones y que el enloquecido de mi corazón bombeara más sangre a mis extremidades. Estaba a solo segundos de vomitar o de perder el conocimiento, no lo sé.
–Aguantaste mucho tiempo esta vez, Mo ghràidh.
Nos abrazaban cuarenta y dos grados Celsius en nuestro quinto día de viaje y le había pedido a Kael que lo intentáramos una vez más.
La primera vez estuvo bien, pero fue un trote más que "volar", nos sarangueabamos mucho y era incómodo. La segunda vez aumentó un poco la velocidad y sentí cierto pánico cuando no pude respirar con normalidad. La tercera vez, como agregado, me sentí algo mareada cuando nos detuvimos. Y ahora, la cuarta vez fue dolorosa.
No tengo idea a qué velocidad corre o se desplaza pero aparte del viento en mi rostro, el peso en mis extremidades y la falta de aire, sentía mi rostro caliente, un hormigueo en mis manos y como el desayuno se aglomeraba en mi garganta.
–No me mires, por favor. –Estaba de rodillas en el la arena, bastante dispuesta a devolver todo el contenido de mi estómago.
–No te dejaré sola. Menos aún si te sientes mal.
Sentí el sonido obstinado de su voz y supe que no se movería de mi lado hasta que me sintiera mejor. Su mano acariciaba mi espalda de arriba hacia abajo.
–Ya sé cuál es tu límite. No volveremos a hacerte pasar por esto. –Depositó un beso en la base de mi cuello– Ya haces mucho dejándome apurar el paso contigo en mis brazos.
Se movió de manera que salió de mi campo visual y le faltó solo eso a mi estómago para expulsar el desayuno.
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–Mo ghràidh. –dijo Kael con sus labios pegados a mi oreja.
Abrí los ojos de golpe y la luz cegadora del sol me quemó las pupilas.
Un momento.
¿Cuándo es que terminé de nuevo en los brazos de Kael? Estudié mi entorno. Podía ver una manzana de Adán, bastante familiar y hacia el lado contrario la cuidad de... ¿El Cairo?
–¿Qué me pasó? –Mi voz estaba rasposa y mi garganta completamente seca– Necesito beber agua, por favor.
Se detuvo y se dejó caer con delicadeza en la arena. Mi cuerpo tembloroso y débil fue depositado con sumo cuidado en sus piernas mientras él se colocaba en posición india.
–Te desmayaste, Miann. Lo siento mucho. –Casi susurraba y al darme el ánimo de levantar la vista sus ojos estaban plateados y se veía apenado– Te dejé solo un segundo para que pudieras tener un momento y te desplomaste en la arena. –Me dio un suave apretón con el brazo que sostenía mi espalda, mientras que con el otro lo removía para quitar mi mochila de su espalda y buscaba el agua– Intenté despertarte y fue inútil así que solo comencé a caminar para acercarme lo más posible a la cuidad.
Me acercó la botella y bebí solo un poco. Intuía que no podría soportar muchas cosas en el estómago.
–Ya me siento mejor, creo. –Intenté mover las piernas y los brazos pero solo logré tener unos débiles espasmos.
–Joder. Me pasé, no debí exponerte a todo esto.
–¡Eh! –Lo corté– Ya hablamos de esto.
–Pero...
–Todo esto fue mi decisión. Yo quiero estar aquí, yo accedí a todo esto. No te culpes.
Iba a decir algo, de seguro a llevarme la contraria una vez más, pero, casi en cámara lenta, sus ojos se abrieron desmesuradamente y en el instante siguiente algo, aterrizó frente a nosotros.
La sorpresa, el estruendo y la reacción de Kael terminaron por activar todas las funciones nerviosas que estaban dormidas de mi cuerpo. No sé cómo terminé sentada, erguida y con mi navaja francesa en la mano. Kael estaba delante de mí, cubriéndome con su cuerpo.
Mierda.
Kael no tenía puesta la kufiyya y yo tampoco tenía cubierto mi rostro. Solo nos cubría el protector solar y los gorros tipo zafarí que llevábamos puestos.
–'ana asf limufaja'atik bihadhih altariqati. sayid. sayidatun. (Lamento mucho sorprenderlos de esta manera. Señor. Señora.) –Nos dió un movimiento de cabeza como saludo.
Era DR9, estaba segura por las luces blancas procedentes de su traje. Estaba en una postura relajada, de pie con las piernas separadas y las manos en la espalda. Él era el encargado de las relaciones públicas, así que sabía que intentaría tener más una conversación con nosotros que un conflicto.
Me obligué a relajarme y pretender ser una turista perdida en el desierto junto a su novio. Esperaba y deseaba con todas mis fuerzas que no nos reconociera. De todas maneras bajé la mirada y le di un par de toques a la espalda de Kael para que relajara la postura.
–'akhafana (Nos asustó) –Respondió Kael, actuando como un novio sobreprotector mientras me ayudaba a ponerme de pie.
–'aemaq aetidhari. hal tahtaj 'iilaa musaeadat lilwusul 'iilaa almadinati? (Mis más sinceras disculpas. ¿Necesitan ayuda para llegar a la ciudad?)
–sayaaratuna taeatalat mundh saeati. laqad sayimna alantizar , fabadana fi almashi. nahn bikhayrin. nuhibu almashy , 'iilaa janib dhalik , nahn bialfiel ealaa bued 'aqali min saeat min almadinati (Nuestro auto se descompuso hace horas. Nos cansamos de esperar, así que comenzamos a caminar. Estamos bien. Nos gusta pasear, además, ya estamos a menos de una hora de la cuidad.)
Me sostenía de la cintura, como cualquier pareja y DR9 solo se militaba a mirar. En cierto momento, cuando intenté mirar bajo el ala de mi sombrero él estaba observándome.
–Where do they come from?
No me pasó desapercibida la forma que cambió al inglés sin siquiera preguntar si lo manejábamos bien. Ya sabe que somos turistas.
–From Suez. We rent a car.
–I see. –Me permití ver su rostro una vez más y ahora sus brazos estaban a ambos lados de su cuerpo, y miraba a Kael atentamente. – Is your girlfriend okay? She looks somewhat confused.
–She is fine. The heat puts her in a bad mood.
Conchesumadre. Claro que no me encontraba bien y claro que estoy de mal humor. No teníamos planeado que uno de ellos tuviera justo una ronda en las afueras de la cuidad.
Una mano de Kael se cerró con fuerza en torno a mi deltoides. Mierda. Me dio un brinco el corazón, DR9 estaba acercándose más. Sospechando.
–Do we know each other from somewhere? –Dio un paso más en nuestra dirección y entrecerró sus ojos, haciendonos saber que sospechaba de nuestras intenciones.
No lo vi venir. Ni lo pensé.
En un momento estábamos teniendo una nerviosa conversación y al siguiente yo, quien en mi perra vida había agredido a una persona, me vi lanzando la navaja suiza.
Directo a su cabeza.
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A ver a ver a ver, aqui no escribimos a damicelas en peligro. Aqui escribimos a leonas.
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Protégeme (Amores perdidos 1)
RomanceEn las sombras de la noche, Palmer, una joven desesperanzada de 17 años, se encuentra al borde del abismo. La vida le parece un oscuro túnel sin salida, y la idea de la muerte se cierne sobre ella como una sombra ineludible. Pero en ese momento de d...