Capítulo 8

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Palmer


   Sus manos abandonaron mi rostro y me tuve que tragar el nudo de decepción en mi estómago.

   –¿Qué significa ese sonido? –Carraspee para recuperar un poco mi voz después de tantas emociones.

   –Significa que encontraron de dónde venía mi señal. Están de camino.

   –¿Qué? Es muy pronto.

   –No podemos quedarnos aquí, debemos seguir. –Comenzó a avanzar pero se detuvo– Tienes que ayudarme con algo primero.

   Asentí, completamente aturdida y asustada a partes iguales.

   Sacó una navaja pequeña de la cara externa de su muslo derecho y me la entregó.

   –Por encima de la cuarta vértebra lumbar encontrarás una pequeña protuberancia. –Tomó mi mano y la posicionó donde él describió. Efectivamente había una pequeña esfera un poco aplanada– Necesito que la quites con la navaja.

   –¿No te lastimaré?

   –No, solo quitarás el soporte de sonido.

   –Bien. –Tomé una respiración profunda para después toser– Allá voy.

   No tenía mucha iluminación pero de todas formas hice un corte justo encima de la pequeña pila. Empujé la tela con mis dedos después de devolver la navaja a AT1 y salió con un plop.

   El sonido por fin se silenció y me oí soltar el aire de un tirón.

   –Gracias. Lo hiciste muy bien.

   Me compuse lo mejor que pude y comencé a caminar. Cuando estaba pasando por su lado envolvió un brazo en mi cintura, atrayéndome con brusquedad su cuerpo. Pegó su nariz a mi cabello e inspiró fuerte.

   –Yo iré primero.

   Apretó mi cintura una vez más, como si su cuerpo se negara a dejarme ir y me soltó, emprendiendo marcha por delante de mí.

***

   –Detente un momento. Necesito descansar.

   Estábamos subiendo por un túnel que AT1 había encontrado, asegurando que nos llevaría al aire libre.

   Mis pulmones estaban al máximo de su capacidad, tosía constantemente y bebía agua para pasar la cantidad desmesurada de tierra que alojaba mi garganta.

   ¿Y él?

   Fresco como una lechuga.

   Mi estómago encontró que era el momento apropiado para hacerse notar, dejando un silencio incómodo entre nosotros.

   –Y necesito comer algo.

   Saqué una barrita de proteína de mi mochila y después otra para ofrecérsela.

   Negó con la cabeza.

   –No necesito comer.

   –¿De verdad?

   Se encogió de hombros y volvió sobre sus pasos para sentarse a mi lado. Al quedar iluminada por sus luces el aire crepitó entre nosotros, haciendo que el medio metro que nos separaba incómodo, innecesario, demasiado extenso.

   –De verdad. Nos alimentan cuando entramos en crio sueño y nuestro traje también se encarga de nutrir nuestro cuerpo.

   Miré el traje que en su momento fue de un blanco impoluto. Ahora tenía distintas tonalidades de marrón y rojo. Se veía tan humano, tan real, tan normal que mi corazón se aceleró.

   Aparté la mirada de su cuerpo perfecto y me limité a comer en silencio. No habíamos hablado mucho después de su pequeño discurso. Se podía palpar la atracción entre nosotros, pero ninguno de los dos hacía algo por ello. Sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Si salíamos de aquí con vida tendríamos que emprender caminos diferentes y ese beso, nuestro único beso quedaría en el olvido.

   Ya quisieras mentirosa.

   Bueno, no en el olvido. Yo no había logrado olvidarlo en nueve años cuando solo se limitó a salvar mi vida y mirarme con el ceño fruncido. Ahora que ya había probado sus labios e intuía que la atracción era mutua era completamente imposible que borrara estas horas de mi mente y de mi cuerpo.

   Su voz rompió la línea de mis pensamientos.

   –¿Puedo probar eso?

   Levanté mi vista y me encontré sus ojos azules mirando mi barrita de proteína.

   –Oh, claro.

   Le tendí la que estaba sellada pero él tomó la mano que envolvía la barrita que estaba masticando y probó un bocado.

   Tragué con dificultad y lo vi masticar. Frunció levemente el ceño y tragó. Sus ojos se concentraron en la barrita sellada de mi otra mano y se la tendí. La abrió con rapidez y de dos bocados se la devoró.

   –Quién lo diría, te encanta el chocolate.

   –Escuché hablar de él y vi a muchos humanos comerlo y hablar maravillas –Pasó la lengua por sus labios para arrasar con cualquier miga perdida– Chocolate. Sabe muy bien. –Una risa ronca salió de lo más profundo de su pecho– Me gusta.

   Era como un niño pequeño en navidad. Uno hermoso y sexy.

   Sus ojos viajaron raudos a mi boca, hambrientos. Pensé que quería otra barrita más así que me moví para alcanzar la mochila, que estaba a su lado y ofrecerla, pero al inclinarme quedé más cerca de él y de un movimiento rápido pero asombrosamente lento, tanto que dejó un rastro caliente en mi piel, pasó su pulgar por mi labio inferior y se lo llevó a la boca.

   Sentí la electricidad en cada nervio de mi cuerpo. Estaba a suspiros de lanzarme a su cuello. ¿Dónde demonios se abre ese traje? Necesitaba deslizar mi lengua por su piel.

   Él pareció notarlo y con movimientos lentos y felinos comenzó a acercarse, a trepar por mi cuerpo para posicionarse sobre mí. Sus rodillas a ambos lados de mi cadera y sus manos a la altura de mis hombros pero una pequeña vibración llenó el estrecho sendero a nuestro alrededor.

   AT1 miró hacia arriba de nuestras cabezas, tomó mi mochila, me abrazó por la cintura al mismo tiempo que ponía una mano en mi cabeza, se puso de pie y corrió.

   Corrió tan rápido que no podía ver por dónde íbamos. Hasta que la luz del atardecer me quitó por completo la capacidad de usar mis ojos.

   Mi transporte personal por el contrario de detenerse y buscar ayuda siguió corriendo, protegiendo mis resentidos ojos en la curva de su cuello.

   –¡¿Qué pasa?! –Grité por sobre el ruido del viento.

   –Nos encontraron.

   Esas dos palabras me llenaron de pánico. Por mí, por él, por mi hermano, por el trabajo que me ha llevado años.

   Volví a pegar mi rostro a la curva de su hombro, sintiendo el aroma almizclado de su piel y envolví mis brazos alrededor de su cuello. Me dejé llevar, muy en el fondo de mi corazón sabía que él no se iba a detener hasta tenerme a salvo. 

Protégeme (Amores perdidos 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora