Capítulo 41

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Palmer


Im-pre-sio-nan-te.

¿Siempre sería así entre nosotros de ahora en adelante?

Conchesumadre, me haría adicta. Sería una adicta a esto, a nosotros.

Todos mis amantes quedaron como estúpidos con solo sentir a Kael dentro de mí. La forma en como embestía mi cuerpo, como sus ojos me consumían, como sus labios me tomaban, como sus manos hacían y deshacían con mi cuerpo.

Ya estaba lista para una segunda ronda cuando sentí como Kael salía de mi cuerpo y ponía sus dedos en mi hendidura. Miré hacia abajo y me vibró todo el cuerpo cuando se llevó el dedo a la boca.

Cerró los ojos y nos saboreó con la lengua.

–Joder... –Su voz estaba más ronca de lo normal.

–Kael... –Gemí cuando volvió a meter un dedo en mi vagina– Dios... Por favor. Vuelve.

Tenía que hacerlo, tenía que volver a entrar, no me había saciado de él.

–¿No te duele? –Sentí que volvía a empujar su semen a mi interior.

–Me duele el vacío, mi amor. Vuelve a mí.

Se incorporó y cuando pensé que me iba a penetrar otra vez me tomó de la cintura y nos volteó, dejándome a mí arriba a horcajadas sobre su cadera.

–Móntame, Miann. Muéstrame todo lo que me he perdido estos años.

De su cara mis ojos viajaron a su miembro, que estaba furiosamente duro y listo.

No lo pensé dos veces. Me alcé, lo tomé con la mano y al tenerlo en mi entrada bajé para hacerlo desaparecer en mi interior.

El placer me atravesó como un rayo, de arriba abajo y de un lado a otro. No esperé. Me moví como frenética de atrás para delante, saliendo y entrando, rozando y cabalgando. No me podía detener y Kael gruñía, gemía y maldecía.

–¿Estás muerta de hambre, Mo ghràidh?

–Solo de ti. –Jadee por el esfuerzo.

–Joder... Solo de mí.

Me tomó de las caderas y aceleró mis movimientos, acompasándolos a los suyos. Comencé a gritar como loca, como poseída por el placer.

Esta vez se sentía muy diferente. Ya no me dolían los músculos, ya no me molestaban las heridas ni los huesos, era todo calor, era todo de él entrando en mí. Era mi cuerpo aceptándolo como una parte más de mi misma.

–Kael... –Mordí mi labio inferior– Me voy a correr, tan, tan, fuerte. –Me quejé, gustosa, rebosante de placer– ¿Me sientes?

–Sí. Sí. Te siento, oh –Gimió seco y su sonido me llegó a lo más profundo del cerebro– Muéleme, Palmer. Eres mía. Eres mi mujer, puedes hacer lo que quieras conmigo.

Oh. Mi. Dios.

Su entrega me estaba matando. Sus caderas se acompasaron a las mías y no pude armar ninguna frase más. Solo lo sentía a él, su respiración rápida y áspera. Sus embistes desde abajo, sus dedos enterrándose en mi piel, sus gemidos roncos cuando llegaba muy adentro.

–Oh... Kael... ¡Kael! –Me corrí tan fuerte que perdí el ritmo, pero mi hombre no me dejó parar. Siguió moviéndome hasta alcanzar su propio clímax.

Gruño y levantó sus caderas tan fuerte que lo sentí casi en mi garganta. Nos mantuvo así pegados hasta que cada gramo de él y cada trozo de mí quedaron completamente laxos.

Protégeme (Amores perdidos 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora