Palmer
–Fui a Chile.
Detuve a medio camino de mi boca la cuchara con leche y avena.
Era un nuevo día y había olvidado por completo que Kael debía decirme porque se había ido por cinco días. La tarde anterior habíamos vuelto llenos de dulces y yo un poco borracha por las cervezas.
Vincent nos estaba esperando con un cargamento completo de ropa para Kael. Pasamos un buen rato haciendo que modelara para nosotros una vez que le explicamos que no debía quitarse la ropa frente a todos.
Se aseguró también de traer zapatos, desodorante, crema de afeitar, etc. Reímos a carcajadas, los tres juntos, Vin le enseñó a combinar su ropa y nos fuimos a la cama risueños. Me mostró su pijama nuevo y antes de que se fuera a su cuarto tuvimos una lucha de miradas.
Estuve a punto de pedirle que compartiéramos la cama, porque no podía dejarlo ir. El alcohol siempre hacía que mis partes de dama mandaran más que mi cerebro, pero Kael fue más fuerte que yo y me dio las buenas noches antes de cerrar mi puerta después de él.
Al día siguiente me desperté con un poco de resaca y Kael pareció sentirlo porque llegó a mi habitación con una bandeja de desayuno y una sonrisa complaciente en su rostro.
Esos hoyuelos me dejaban sin aliento. Estaba para comérselo.
–¿Para? –Pregunté, dejando mi desayuno olvidado.
–Come tu desayuno mientras hablamos, por favor.
Vi la preocupación en su rostro y volví a tomar el cuenco de avena. Aún estaba bajo peso, aunque subía saludablemente.
–¿Para qué fuiste a Chile? –Insistí.
–Necesitaba hablar con CR32. Antes de volver a ti, me pidió expresamente que, si había algo, aunque sea mínimo, diferente a los hombres humanos, se lo dijera. Y como no me dio ningún correo electrónico ni nada que no fuera su ubicación en Chile, partí a verlo. Quería saber por qué mis ojos cambian de color.
Asentí, con la boca llena de comida.
–Llegué el mismo día, pero había un incendio forestal a las afueras de Santiago, tuve que esperar tres días para poder encontrarlo sin ser detectado.
Dejó su cuenco vacío en la bandeja que descansaba entre nosotros y se concentró en mi rostro.
–Me dijo que estaba reacio a darme más información porque no tenía forma de ayudarme o hacerme volver a mi planeta. –Apretó su mandíbula y su mirada penetrante me dejo paralizada– Me dijo que era una característica propia de nuestro planeta, Klexion.
–Klexion –Modulé.
–Sí, está millones de años luz de aquí, no me detuve a recordar en qué galaxia. Era un planeta rico en minerales. Éramos mineros. Vengo de una población envejecida, los nacimientos son escasos y si nacen, suelen morir en la primera semana de vida, porque la calidad del aire y lo densa de la atmosfera no deja que ninguna vida nueva prospere. Eso incluye, plantas, animales, y los propios ciudadanos.
–Es... Te dio mucha información para haber estado tan reacio a decírtelo antes... ¿Qué cambió?
–Su fe.
–¿Su fe?
–Sus prioridades y motivos cambiaron cuando le hablé de ti. De cómo no pude olvidarte desde el primer día, de cómo mi cuerpo reacciona al tuyo, de mis ojos...
Lo vi tragar con fuerza y su mirada revoloteó por toda la habitación. Supe que lo que me tenía que decir era importante y estaba directamente relacionado conmigo.
–Dime, Kael. Todo estará bien. –Cómo estábamos cerca, acaricié el dorso de su mano.
Dudó por unos momentos más hasta que tomó aire, su mirada plateada se llenó de convicción al fijarse en mis ojos y soltó.
–A los Klexianos les pasa cuando encuentran a su pareja.
Parpadee tres veces.
–¿Q-qué? –Me quedé sin aliento y maldije mis pulmones inútiles una vez más.
–Eres mi pareja, Palmer. –Sus ojos se tornaron negros y me quemaron– Mi diosa, mi compañera, mi otra mitad, quien el destino ha hecho para mí. No es una religión que recuerde, pero la eminencia Klexa, es quien elige nuestras parejas y me eligió a mí para ti. Por eso, a pesar que tenían control sobre mi mente nunca pude olvidarte. Tenían control sobre mi cuerpo y emociones, pero aun así sentía por ti, celos, anhelo, deseo y ahora lo sé, por qué todo es más intenso.
–Oh Dios.
Me quedé paralizada por un momento. No entendía del todo el término, pero...
–¿Estamos... predestinados?
–Sí. Klexa, a pesar de que millones de galaxias nos separaban, nos unió. Tuve que terminar en este planeta para encontrarte. Tuve que... pasar por todo, esperar miles de años para que nacieras, para que crecieras y para que me liberaras.
Me removí incomoda en la cama. Kael no se había movido ni un centímetro en mi dirección y eso demostraba lo nervioso que estaba. Temía mi rechazo. Porque claro, yo no soy como él. Soy una terrícola, mis ojos no cambian, no soy súper fuerte o súper rápida, nosotros no elegimos parejas.
¿O sí?
–Yo... ¿CR32 te dijo si esto me afectaba también? – ¿Acaso por esto es que nunca pude amar a otra persona? Es por este vínculo que no pude nunca quedar satisfecha con otra alma.
¿Lo estaba esperando a él?
–No lo sabemos, Palmer. Él me contó sobre mí, como mi cuerpo te reconocería de entre todas las personas de este planeta. Esto es nuevo para él también. Nunca nos habíamos emparejado con personas de otra galaxia.
Se quedó pensando por un momento mientras yo digería todo.
–Pero si le encontró sentido a que encontrara a mi pareja fuera de mi planeta natal. Estábamos muriendo. Las mujeres no soy saludables, nosotros tampoco. Si me veo así es porque he vivido miles de años aquí, bajo los efectos de su tecnología.
–¿Miles de años? –dije en un susurro.
–Llevamos aquí milenios. CR32 lo recuerda todo.
–Oh Dios mío.
Dejé la bandeja en la cama y me levanté para caminar en círculos por la habitación.
No podía ser, no lo podía creer. Era cierto. Toda la información que recopilamos es verdadera.
Viven entre nosotros desde antes de ser homo sapiens por completo.
Y uno de ellos, quien quizás ayudó a alguno de mis antepasados a no morir de peste o por aplastamiento en un derrumbe es mi pareja, mi compañero, mi alma gemela.
**********************************
Santa cachucha.
Madre mía.
Santa Klexia.
Vayan a buscar palomitas, que se pone mejor jajajajajaja
ESTÁS LEYENDO
Protégeme (Amores perdidos 1)
RomantizmEn las sombras de la noche, Palmer, una joven desesperanzada de 17 años, se encuentra al borde del abismo. La vida le parece un oscuro túnel sin salida, y la idea de la muerte se cierne sobre ella como una sombra ineludible. Pero en ese momento de d...