Reencuentros

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Kael


Salimos de la propiedad caminando en un silencio cómodo. Intuí que Palmer necesitaba hablar con Vin a solas o por lo menos sin la presencia de Kendal. No necesitaba escuchar cómo habían prácticamente secuestrado a la madre de Vincent y que un embarazo le provocó la muerte.

—Tenemos que hablar —dijo Kendal cuando ya estábamos lo suficientemente lejos de casa.

—Claro. —La sensación de libertad aún era muy nueva en mi cuerpo— ¿Te parece si vamos a comer algo y hablamos?

Sus ojos negros, iguales a los de su hermana se iluminaron.

—¡Si, por favor!

Su entusiasmo juvenil me hizo reír. Lo alcé sobre mi espalda y como tantas otras veces durante todos los años que nos conocíamos corrí con él a cuestas.

Llegamos a una hamburguesería bastante popular en el mundo, de la cual siempre que podía le llevaba una hamburguesa a Kendall, porque eran sus favoritas. Nunca me había llamado mucho la atención, porque claro, no tenía apetito ni ganas de comer nada.

—¿Comes como un hombre normal? —Preguntó mientras esperábamos nuestra comida.

—Un poco más que lo normal, pero sí.

Kendal rio bajito. Estaba extasiado.

—Siempre quise salir contigo —Soltó de pronto—. Salía con mis amigos y siempre sentía que me faltabas tú, te merecías tener tu tiempo, digo, para ser tú mismo.

—No era un trabajo, era la única forma que podía vivir. —Me encogí de hombros— Me transformaron en eso.

—¿Cómo te sientes ahora?

—La transición fue difícil. Palmer y Vin ayudaron mucho para terminar de adaptarme, mi compañero CR32 fue quien me cuidó cuando estuve más inestable y en el periodo de adaptación más difícil.

Justo en ese momento las hamburguesas llegaron y Kendal olvidó la conversación para darle el primer bocado a la suya. En cuanto a mí... El sabor de la salsa, la carne, la cebolla, los pepinillos.

Wow.

—Joder —Susurré con la boca llena de comida.

—Te dije que eran muy buenas.

—Comí de todo mientras estuvimos en Siria, pero esto... Es tan simple, pero a la vez tan complejo... El sabor, la mezcla, la consistencia. —Enumeré sin poder creerlo.

—Pareces más enamorado de la hamburguesa que de mi hermana. —dijo con fingida indignación.

—Oh no. A Palmer la amo mucho más.

Un silencio se instaló entre nosotros. Siempre tuve tacto con Kendal, ahora al ser dueño de mis propias emociones perdía el control habitualmente y como con Palmer no tenía que tener un filtro porque ella me acepta así, olvidé ser cuidadoso con Kendal.

—Así que sí te gustaba mi hermana. —Hizo una pausa y dejó su comida en la mesa—¿Antes de ser mi amigo? ¿Por eso te acercaste a mí?

Sus dudas se clavaron hondo en mi corazón.

—Tu eres mi primer y único amigo Ken. —Miré su rostro en plena pubertad— Sí, sospechaba que me gustaba tu hermana desde antes de saber de tu existencia y sí, lamento decir que me acerqué a ti por ella, para cuidarte por ella.

Kendal bajó la mirada, lo que me hizo sentir aún más mierda.

—Pero —Continué— Una vez que te conocí quise seguir viniendo. Pude perfectamente cuidarte sin que te dieras cuenta, dejar que estuvieras solo por días sin enterarte que estaba vigilando. Y, muy por el contrario, disfruté de tu compañía. Eres un niño increíble, Ken. Estoy tan agradecido que me hayas dejado ser tu amigo, de compartir tantas cosas contigo. Que me enseñaras a pesar de mis reseteo de memoria a ser cuidadoso, a preocuparme por alguien, a recordar a alguien.

Protégeme (Amores perdidos 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora