Capítulo 34

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Palmer


–¡Buenos días, tortolitos!

La voz de Vincent irrumpió el comedor, sacándome de mis propios pensamientos.

–Estás de muy buen humor –Lo miré entrecerrando mis ojos, para hacerle ver que sospechaba.

–¡Es que es un buen día! –dijo con énfasis– Tengo buenas noticias.

Kael se mantuvo quieto a mi lado estudiando a Vin.

–¿Qué clase de noticias? –Preguntó mi hombre con su voz ronca y la calma habitual en él.

–Hace dos días hablé con un abogado, que fue mi trabajador hace unos años, cuando desapareció mi madre. Me ayudó con los papeleos de defunción y bla, bla. Ya saben, los documentos no tan legales cuando no hay cuerpo ni pistas de que de verdad haya fallecido. –Apoyó su peso en la mesa justo a mi lado antes de seguir hablando– Le cobré un par de favores y, para no tener sospechas ni dejar rastro tuve que ir yo mismo a buscar estos documentos.

Me entregó un sobre color café, con un botón y una cinta envuelta bajo este. Comencé a desenvolver la cinta poco a poco con el corazón martilleando mi pecho. Kael se había acercado un poco más a mí, el calor de su cuerpo me tranquilizó.

Abrí el sobre y mi mandíbula cedió.

–Me estás jodiendo.

Saqué uno por uno todos los documentos. Carnet de identidad y pasaportes, para mí y Kael.

–Para tus documentos tuvimos que utilizar información falsa y crearte una nueva identidad. 

–Mierda, Vin. Esto... Esto hace que todo sea más fácil. Tengo que aprenderme todos esos datos. –Comencé a leer mientras Vin le acercaban sus papeles a Kael.

–Kael James McKenzie Brown. Treinta años, soltero, país de nacimiento Escocia.

Miré nuestras fotos y me preocupé por los datos biométricos de mi rostro con mis documentos originales.

–No te preocupes por la foto. Hicimos los cambios suficientes para borrar cualquier similitud. Sugiero de todas maneras utilizarlos solo si es expresamente necesario. Si se pueden movilizar a pie y evitar las autoridades es mucho mejor.

–Dios...

–Muchas gracias, Vincent. Esto, más le efectivo que nos diste...

–Ay por favor, me gustaría hacer más para ayudar, pero ya que me tengo que quedar aquí en duelo por la muerte de mi mejor amiga, quise hacer esto, para hacerles todo más fácil.

–Ojalá pudiera pagártelo algún día...

–No hay nada que pagar. De verdad. Solo... Cuídala Kael.

–Por supuesto. Con mi vida. –dijo mirando con gravedad a mi mejor amigo.

Vincent me miró con sus ojitos y supe que con solo mi existencia y mi amistad estaban todas las deudas saldadas.

–Ya es hora. –dijo Kael apartándose unos pasos de mí– Los dejaré solos.

Salió de la estancia de seguro para ir a buscar nuestras mochilas y accesorios para protegernos del abrasador sol de verano en pleno desierto.

–Cuídate, amore mío.

–Cuídate, Vin. Por favor, si estas en cualquier tipo de peligro, deja la casa y escóndete. Intentaremos movernos lo más rápido posible para quitar sus ojos de ti, pero aún puede que te vigilen.

–Lo sé. Aun así, debo quedarme aquí y actuar como si nada hubiera cambiado.

Me mordí el labio inferior con fuerza para reprimir el llanto. Nunca una despedida entre nosotros había sido tan dolorosa. Nunca habíamos tenido que decir adiós sin la seguridad de que nos volveríamos a ver. Vin siempre estaba para mí y yo siempre estaba para él. A pesar de la distancia, una llamada y todo se solucionaba. Ahora no teníamos eso. Ni siquiera podía saber de mi mejor amigo sin ponernos a todos en peligro.

–No llores por favor. –Besó mi mejilla con dulzura.

–Te voy a extrañar.

–Yo también. –Me abrazó y aspiré su perfume caro, para grabarlo en mi memoria– Sé fuerte, Pampam. Se vienen cosas importantes en tu vida. Y no olvides que sí, tu pareja es un hombre fuerte, rápido, casi indestructible, pero necesitará de ti tanto como tú de él.

Asentí sin saber qué decir.

–Sean uno solo en este viaje, y todo saldrá bien.

–Lo seremos. –Sentí como aspiraba mi aroma.

–Hueles a sexo y a chocolate. –Se atragantó con una carcajada– Golosa.

Me separé de él y se reía, el muy maldito se reía de mí.

–¿Crees que no sé cuando tienes un orgasmo? Lo tienes dibujado en la cara, te brilla la piel, los labios...

–Ok, me voy. Adiós Vin ¡Cuídate!

–¡Dime por lo menos de que porte lo ...!

Interrumpí su pregunta cerrando la puerta con rotunda fuerza a mis espaldas.


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Afirmense chiquillas, ahora que pongan un pie fuera de la casa la cosa se pondrá suculenta.

Protégeme (Amores perdidos 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora