Palmer
Poco después bajamos al comedor y comimos junto a Vincent. Estaba encantado con la estadía de Kael en la casa y bastante contento por mí, porque, al fin y al cabo, no había perdido a mi querido androide.
Los siguientes días pasaron volando.
La primera noche nos despedimos en la puerta de mi habitación, como dos amantes silenciosos y prohibidos, al otro día en cuanto abrí los ojos Kael ya estaba en mi habitación viéndome dormir. Le pregunté por qué se levantaba tan temprano y me contestó que no podía dormir mucho, aun no estaba completamente cómodo con su cuerpo y las noches por, sobre todo, se le hacían eternas.
La segunda noche invité a Kael a entrar a mi habitación ya que el día completo que habíamos pasado juntos no me pareció suficiente. Harían falta por lo menos ocho años de hablar todos los días para sentirme medianamente conforme.
–¿Cuándo llegaste a Siria? —Pregunté recostada de lado, sobre mi cama, frente a Kael.
–Llevo unos siete días quedándome en uno que otro hostal. —Contestó con la voz ronca, acariciando con delicadeza el dorso de mi mano que descansaba entre nosotros.
–¿Cómo fue el proceso...?
–Largo e incómodo. Llevo cerca de un mes acostumbrándome a un cuerpo normal.
Acerqué mi mano al centro de su pecho y un escalofrió me recorrió el cuerpo cuando sentí su corazón latiendo desaforado. Él tomó mi mano, la levantó hacia su rostro y besó el centro de la palma, haciéndome sentir calor en el cuerpo.
»Después que te dejé en el hostal me costó mucho esfuerzo salir de ese pueblo. —Dejé que mi mano vagara por los contornos de su rostro hasta sus labios, los cuales tracé con mis dedos— Estuve unos cuatro días bien, hasta que comencé a sentirme cansado y hambriento.
Besó la punta de mis dedos y se acercó un poco, arrastrando su cuerpo disimuladamente.
—Al cuarto día me volví a Chile antes de sentirme demasiado débil. —Se acercó un poco más, descansando una mano en mi vientre bajo— CR32 me encontró inconsciente detrás de un motel y me cuidó hasta que pude valerme por mi mismo otra vez. El chip y el traje trabajaban juntos. Bloqueaban el sistema límbico, el sistema entérico, el sistema endocrino, regiones del cerebro como el hipotálamo, y el hipocampo, que está unido al sistema límbico.
–¿Todavía estas con ese aparato en el cuello?
–CR32 lo retiró cuando comencé a tener fiebre.
–Te estaba matando. —Concluí.
–Sí.
Solté un suspiro tembloroso cuando su mano subió por mi abdomen, entre mis pechos hasta mi cuello y nuca.
—Me mostró cómo comer, cómo dormir, cómo mantener la temperatura de mi cuerpo normal. —Comenzó a acariciar mi cráneo de una forma tan dulce que mis ojos escocieron— Me mostró todo lo que un hombre humano hace para mantenerse saludable, no tiene registros ni archivos sobre nosotros.
No tuve más preguntas porque mi cerebro se desconectó del resto de mi cuerpo cuando Kael se inclinó sobre mí y unió nuestros labios. No había nada sexual en su beso, solo anhelo. Todo el anhelo que habíamos aguantado todos estos años.
El resto de los días hablamos de trivialidades por el día y por las noches se quedaba hasta tarde en mi cuarto, hablábamos sobre lo mucho que le gusta el chocolate, cómo la cebolla le produce mal estar estomacal y cómo al comer helado se le templan los dientes. Reíamos de muchas cosas y yo por sobre todo disfrutaba de eso porque se le formaban hoyuelos bajo las comisuras de su boca, haciéndolo ver irresistiblemente sexy. Terminábamos la noche besándonos hasta perder el aliento. Ahí es cuando besaba mi frente, susurraba un buenas noches y se iba a su dormitorio.
La cuarta noche ni siquiera hablamos antes de caer besándonos en mi cama. Envalentonada quité su polera de la ecuación, levantándola y tracé lentamente con la punta de mis dedos cada surco de su tonificado abdomen.
—Palmer —Protestó Kael y yo gemí de frustración.
—Lo sé, dijiste lento... —Lamí su labio superior y la cama se estremeció junto con él. —Lo que no sé... Es por qué no te apartas...
Muy por el contrario, el peso de su cuerpo cayó sobre mí haciendo soltar un jadeo medio gemido, tomó mi mandíbula con una mano temblorosa, haciéndome saber que le costaba mucho controlarse.
–Eres deliciosa. –dijo contra mis labios, sus ojos estaban completamente negros y entornados, nublados de deseo– Y no soy tan fuerte.
Esta vez lo estaba esperando. Sus labios me tomaron con fuerza, su mano en mi mandíbula controlaba mis movimientos y su lengua domaba la mía. Era el puto beso más dominante que había tenido en mi vida y me ponía a mil.
Mis manos no se quedaron quietas, comencé a trazar los músculos de su abdomen mientras él emitía gruñidos en mi boca. Y cuando sentí que su mano comenzaba a bajar para llegar a mi culo fue mi turno de gemir. La anticipación me desarmaba.
Esperaba con cada fibra de mi cuerpo que él estuviera sintiendo lo mismo que yo. Que su corazón bombeara sangre a cada terminación nerviosa de su cuerpo, que sus pulmones no fuesen lo suficientemente grandes para oxigenar su cerebro, que su piel picara por tocar la mía. Que su apetito sexual estuviera en llamas y que yo fuera la única corriente de agua en el mundo que pudiera calmarlo, satisfacerlo.
De pronto, de un segundo a otro estaba sola en la cama.
–Buenas noches, Miann.
Ya no estaba contenta. Llevaba meses de sequía sexual y el único hombre que podía calmar todos mis demonios no quería tocarme.
–No me llames Miann, si no vas a hacer nada al respecto. –Me levanté y le contesté con mi voz alterada por el enojo y el deseo insatisfecho.
Se quedó en silencio, estudiando mi rostro. Sus ojos estaban completamente negros. Pasó su lengua por todo el contorno de sus labios, que, al sentir mi sabor hizo una mueca de placer cerrando sus ojos y soltando el aire de sus pulmones lentamente. El efecto fue directo a mi entrepierna.
–Quiero ir lento...
–Entonces mantén tu distancia. –Escupí– No me toques, no respires cerca de mí y no me mires con tus ojos plateados. Porque no soy de palo, soy una mujer de carne y hueso que te desea. Por años te he deseado. Y no me gusta quedar a medias.
Su rostro era una marea de frustración igual que la mía, pero cuando mencioné sus ojos, su expresión cambió.
–¿Ojos plateados?
–Sí. No me cambies...
–¿Cuándo cambian? –Interrumpió.
–No lo sé, supongo que siempre.
–No pasa cuando estoy solo o cuando me miro al espejo. CR32 tampoco lo mencionó.
–¿Estás diciendo que te pasa solo conmigo?
–¿Cuándo cambian, Palmer? –Insistió.
–Cuando... Hablas conmigo, cuando te ríes, cuando... te acercas. Ahí pasan de azul a plateado, a veces es plateado por completo, pero hay ocasiones donde es solo un anillo alrededor de tus pupilas. –Me callé por un instante– Y... Cuando te pones... caliente, creo, tus pupilas se dilatan por completo, borrando el plateado.
Apretó su mandíbula y miró mi boca, sus ojos de volvieron negros una vez más, sus fosas nasales se expandieron, dio dos largas zancadas y me besó con fuerza.
–Volveré pronto. –dijo contra mis labios, dando un último apretón a mi mandíbula antes de desaparecer.
Y yo me quedé ahí, mareada y excitada.
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Y para donde cresta se fue ahora???
🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣
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Protégeme (Amores perdidos 1)
RomanceEn las sombras de la noche, Palmer, una joven desesperanzada de 17 años, se encuentra al borde del abismo. La vida le parece un oscuro túnel sin salida, y la idea de la muerte se cierne sobre ella como una sombra ineludible. Pero en ese momento de d...