Feliz cumpleaños

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AT1


Hace ocho años


   Palmer.

   Su nombre sonaba bien en mi cabeza. Lo repetía una y otra vez, como un mantra.

   Hace un año, cuando habíamos terminado el trabajo del día y nos dejaron volver al trasbordador para entrar en crio sueño recordaba sentir lástima.

   No quería olvidar sus tristes ojos negros.

   Cuando desperté, sintiendo otra vez cada célula de mi cuerpo llena de energía. Ahí estaba su rostro. Tan claro en mi mente que me dejó sin aliento. Mis compañeros me miraron, interrogantes. Le quité importancia con un gesto.

   Si se enteraban que no habían podido formatear mi mente con el crio sueño, si se enteraban que no pudieron borrar su rostro de mi cabeza me exterminarían. Sabrían que soy un error.

    Ese mismo día, preso de la curiosidad, busqué información sobre ella. El Sigma no controlaba nuestras búsquedas por la web, porque como borraban nuestros recuerdos no podíamos almacenar nada, podían darse la libertad de no supervisarnos todo el tiempo, pero de la manera más confidencial posible, descargué archivos de ella y su familia, los leí, memoricé y borré.

   Mi cabeza trabajaba como un ordenador. Podía pensar en la búsqueda que quería hacer y tan rápido como se materializaba el pensamiento, tenía el resultado. Habían instalado unos lentes de contacto imperceptibles en nuestros ojos para que pudiéramos ver como una pantalla en nuestra visión. Era pactico, era confidencial.

   Por eso sabía casi todo de ella.

   La única a la que recordaba.

   Su nombre es Palmer Jones. Diecisiete años, estudiante de secundaria. Vivía con su madre, padrastro y hermano menor. Y hoy, estaba hospitalizada por un cuadro de desnutrición severa.

   Me dediqué a hacer mi trabajo durante todo el día. Fue duro, ver tanta sangre, tantas personas muertas, tantos campos de cultivos sin vida, tantas enfermedades. Los humanos no querían nuestra ayuda, estaban reacios a nuestra presencia, algunos más dispuestos que otros. Para el final del día el traje estaba en su máxima capacidad, trabajando sobre mis músculos fatigados.

   Aun así, me ofrecí como voluntario para la ronda nocturna y después de merodear por un par de horas y escoltar a una pareja de ancianos al hospital por la sospecha de infarto del hombre mayor, aproveché mi oportunidad y violé los sistemas de seguridad del hospital para buscar la habitación y el estado de salud de Palmer.

   Ya con la información en mi mente, me quedé de pie a un lado del hospital y sin que nadie me viera salté y aterricé en el umbral de su ventana.

   Ahí estaba. Mi Duine Beag hecho un ovillo en la cama. Por unos instantes pensé que estaba dormida. Pero agudizando mis sentidos me di cuenta que estaba llorando.

   Los sollozos sacudían su cuerpo y le quitaban la respiración. Sus hombros cubiertos por una bata de hospital se sacudían al ritmo de los desgarradores suspiros de su pecho.

   No sabía interpretar bien lo que yo sentía en ese momento. Había pasado solo un día desde que nos volvieron a activar, podía sentir, como los humanos, pero como borraban nuestros recuerdos no sabía cómo ponerle nombre a mis emociones.

   Los oídos me zumbaban, el pecho me ardía y mis extremidades estaban tensas, listas para atacar. Mi traje reaccionó a mi descarga de energía y la dirigió las luces azules que se hicieron más intensas, llamando la atención de Palmer.

Protégeme (Amores perdidos 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora