Capítulo 50

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Palmer


Se hizo un silencio absoluto en la superficie del barco.

La mujer estaba de pie, observándonos. Kael se mantuvo muy quieto detrás de mí, de seguro analizando la situación. Pero lo que es yo... Estaba sumamente inquieta. Algo, algo había en esta mujer que me ponía los nervios de punta.

Estábamos rodeados por millones y millones de litros de agua y ella estaba completamente seca. ¿Acaso voló? No lo podía entender. Mis manos comenzaron a sudar y se me secó la boca.

Era impresionantemente hermosa. Cabello largo y trenzado de color negro, ojos azules, piel clara e inmaculada, labios apretados en una dura línea de un rosa intenso. Era alta, delgada y atlética. Vestía un traje de cuerpo completo muy parecido al que usaba Kael cuando nos conocimos, pero este no traía luces ni pequeños compartimientos, era completamente blanco, ajustado a su figura.

–Por fin te encuentro, Elek. –Su voz era suave y sedosa, casi seductora.

Kael se sacudió detrás de mí y fui consciente de como lo llamó.

–¿Quién eres?

La mujer resopló, molesta y cambió su postura a una más relajada.

–Dijeron la verdad. –Miró a su alrededor.

–¿De qué estás hablando?

–De tu perdida de memoria. –Con un movimiento fluido soltó un cinturón que cruzaba su pecho, dejando apoyado en la pared detrás de ella una arma, larga y demasiado afilada para mi gusto. Se parecía mucho a una jabalina.

Lamenté no tener mi navaja en este momento.

–Y los muy malditos no están dispuestos a devolvértela.

–¿Devolverla?... ¿Me conoces desde Klexion? –Preguntó Kael un poco más relajado, pero yo seguía alerta. No podía confiar en ella, no así de fácil al menos.

–Sí. –Saltó por encima de la baranda, pero en vez de aterrizar frente a nosotros se quedó sentada ahí, sin hacer ningún esfuerzo para mantener el equilibrio. – De hecho... Éramos bastante cercanos.

Kael dio un paso mas cerca de ella y con una de sus manos me tomo de la cintura para apartarme, pero yo no se lo permití. Me quedé quieta entre la mujer y él.

–¿Somos familia? –Podía sentir el entusiasmo en la voz de Kael. Sabía lo doloroso que era para él saber que fue lo que dejo atrás, en su planeta moribundo. La mujer en cierto sentido físicamente se parecía mucho a Kael, por un momento podría pasar como su prima, pero las miradas ardientes que le lanzaba me hicieron descartar inmediatamente el lazo familiar.

–Mejor que eso... –Me miró por primera vez, casi con indiferencia antes de concentrarse en Kael otra vez, mordiéndose el labio inferior en el proceso– Mi nombre es Meerha y tú eres mi esposo.

Un quejido salió de mi pecho. La mano que sujetaba mi cintura se hizo un puño en el material de mi polera. Y el aire abandonó nuestros pulmones.

–No puede ser... –Negó Kael– ¿Cómo sé que estás diciendo la verdad?

–Tengo pruebas, aunque lamento ver que eliminaron la tuya. –Levantó una mano delicada y de dedos largos para dejar a la vista un tatuaje en el centro de su palma. Y era espeluznantemente parecido a nuestra marca, solo que este era más pequeño, de color negro y el patrón era más delgado y bifurcado –Es el sello de nuestra unión.

Miré a Kael sobre mi hombro y este me devolvió la mirada. Estaba igual o más sorprendido que yo.

–Dices ser mi esposa... ¿Y estás con ellos? ¿Sabes cuanto me han quitado? ¿El tiempo que he estado atrapado?

Protégeme (Amores perdidos 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora