Palmer
Salí del hostal y me encaminé a buscar un taxi para ir al centro del pueblo, donde estaba la parada de autobús más cercana. Después de esperar unos diez minutos, desistí y decidí caminar.
Cuando llevaba unos treinta minutos, lo suficientemente alejada de todo, tomé mi teléfono desechable y marqué el número de mi jefe. El cual me sabía de memoria.
Esperé de verdad que contestara, usualmente no respondía a números desconocidos, pero no perdía nada con tener esperanza.
Por fin, su voz llenó mi canal auditivo.
– ¿Quién?
– Vin.
– ¿Pam? Conchesumadre estás bien.
– Sí. –Tragué saliva con dificultad– Se podría decir que sí.
– ¿Dónde estás?
– De camino a la terminal. Escucha. –Tomé aire profundamente y hable lo más rápido posible– Estaba en plena faena, haciendo o que me pediste que hiciera. Les propuse a los hombres trabajar sola para no comprometer más personas en el tema, pero, en fin. Al parecer encontré lo que estábamos buscando, Vin. –Lo oí tomar aire con fuerza– Tengo todo registrado en mi cámara, estaba a punto de salir para llevarte el material cuando comienza el terremoto y quedé bajo metros de pura arena y escombros de casas mesopotámicas.
– Amore mío, por favor, respira.
– Espera que se pone mejor. –Tomé aire una vez más– Estaba cayendo, de verdad cayendo al vacío cuando un androide entra y me salva, Vin. Y no cualquier androide... es EL androide –Lo oí atorarse con su propia saliva, porque como mi amigo de años, sabe de quién estoy hablando– Y no solo eso, se quedó conmigo adentro para ayudarme a salir. El tema es que durante nuestro ascenso las cosas se complicaron y ahora necesito estar escondida. Necesito refugio, papeles, y un plan.
– ¿Un plan?
– No puedo darte más detalles. No por teléfono por lo menos.
– Sabes dónde estoy, amore mío.
– Gracias, sabía que podía contar contigo.
– Ven pronto, tenemos mucho que hablar. No te escaparás de esta.
– Ya estoy de camino.
Corté la comunicación y lancé con fuerza el teléfono móvil al piso. Miré estupefacta como solo se abrió. Lo levanté una vez más pero esta vez lo partí con mis manos y después lo bajé al suelo para pisotear todo, hasta volverlo un manojo de restos electrónicos. Me faltaba aproximadamente veinte minutos más de caminata así que cada vez que veía un basurero iba y dejaba un pedacito del teléfono móvil.
Satisfecha con mi precaución, apuré el paso. Quería comer algo en alguna posada antes de tomar el primer autobus.
******
Después de ocho horas de viaje, tres bolsas con vómito (odio viajar en autobús), llegué a Tadmur.
La cuidad no se caracterizaba por ser muy segura, menos para mujeres solas. Por eso me apresuré a buscar un taxi, antes de ser víctima de algún robo. Perdía casi todo el trabajo de mi vida si se llevaban mi mochila junto con mi cámara fotográfica y las placas de arcilla. Pero lo que más me asustaba era llamar la atención de AT17, el androide.
Había cubierto bien mi rostro y cuerpo, por ende estaba casi irreconocible, pero quien sabe y no quería averiguarlo tampoco.
Por fin un taxi me hizo caso y me subí. Le di las indicaciones para ir a la casa de Vincent y cuando me permití relajar mis hombros y dejarme caer con pesadez en el asiento trasero un destello blanco llamó mi atención.
Por una milésima de segundos pensé que era mi alienígena. AT1, buscándome. Pero no, era CR22, el destello verde de las luces de su traje me hizo tener un nudo en el estómago y mi corazón casi sale disparado por mi garganta.
Estaba haciendo que cada vehículo se detuviera el tiempo suficiente para hacerle una prueba de alcohol.
Y mi taxista era el siguiente.
Por un momento, por un estúpido momento pensé en salir corriendo del vehículo. Pero lo pensé mejor y decidí que era una mala idea.
¿Qué me quedaba por hacer, entonces?
¿Quedarme en silencio, con actitud sumisa?
¿Hacerme la dormida?
No podía correr el riesgo de estar tan cerca. Sobre todo, de él, que podía hacer un escáner de cuerpo completo y podía ver mi corazón agitado, la adrenalina corriendo por mis venas, mi miedo.
Estaba acabada.
Hasta aquí había llegado mi aventura.
Comencé a sentir como mi garganta ardía y las lágrimas llenaron mis ojos en cosa de segundos.
Kendal.
Vincent.
AT1.
No sabrían nunca que me pasó.
Que hicieron conmigo, con mi cuerpo.
Una sensación de vacío comenzó a impregnar mi organismo.
La decepción.
Nunca podré ver a mi hermano crecer.
Nunca conoceré a mis sobrinos o sobrinas.
No sabré si Vincent encontraría el amor, a la persona que él merecía.
Nunca... Volvería a ver a AT1 desde las sombras.
Nunca me enamoraría de alguien. No tendría hijos.
El lamento, la pérdida de lo que nunca tendría me tenía al borde del llanto.
CR22 se acercó a mi taxista y me sentí aún peor.
Él seguiría órdenes.
Me llevaría con ellos.
Cerré los ojos, esperando lo inevitable, porque no podría nunca calmar los latidos desenfrenados de mi corazón, ni el llanto que se ahogaba en mi garganta.
Pero un estruendo interrumpió todo pensamiento irracional de mi mente.
Abrí los ojos para girarme y ver una explosión. Una maldita explosión, gigante, a unos doscientos metros en el sentido contrario a nuestra dirección.
El destello verde del traje de CR22 se perdió junto con la multitud que comenzó a correr en todas direcciones. Mi taxista aceleró. Mis pulmones comenzaron a funcionar otra vez.
Miré hacia atrás.
Dejé que la comprensión se derramara por mi cuerpo.
Estoy a salvo.
Por tercera vez en mi vida, tenía otra oportunidad de vivir, de hacer las cosas bien, de hacer las cosas que me prometí que haría en algún momento de mi vida.
Tragué saliva, empecé a trabajar en mi respiración, para tranquilizarme, para darme consuelo.
Podría ver a mi hermano crecer.
Podría ver a Vincent feliz.
Podría... Buscar a mi alienígena, verlo una vez más, besarlo una vez más.
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Pobrecita mi niñaaaaaaa le pasan puras cosas!!!
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Protégeme (Amores perdidos 1)
RomanceEn las sombras de la noche, Palmer, una joven desesperanzada de 17 años, se encuentra al borde del abismo. La vida le parece un oscuro túnel sin salida, y la idea de la muerte se cierne sobre ella como una sombra ineludible. Pero en ese momento de d...